La prostituta, la mujer de Potifar y la doble moral

Las clases de Sharona
Por: Sharonah   Fredericko
Marcelo   Kisilevski

Dos relatos de la Biblia, en el Génesis, acerca de nuestros patriarcas, buscan enseñarnos buenas costumbres, a través de la denuncia de la doble moral. Nuestros ejemplos son Judá, el mayor de los hijos del Patriarca Iaacov, y la esposa de Potifar, el patrón de Iosef en la corte del Faraón. En el relato bíblico nadie queda exento de culpa y cargo cuando de moral y comportamiento ético se trata.

-Sharona, en este Pésaj teñido de guerra, te tengo una pregunta difícil: ¿qué tiene que ver la "prostituta" de Canaán y la mujer de Potifar con la moral y la ética?

-Tienen mucha relación. Justamente estaba esperando, cuando venía para aquí, que me preguntaras precisamente eso. ¡Qué coincidencia! Para contestarte, te voy a hablar de dos capítulos del Génesis, el 38 y el 39, y hablaremos de la moral. En el capítulo 38 conoceremos a Tamar, la "prostituta" de Canaán, y veremos cómo un hombre que es tristemente uno de nuestros antepasados ilustres, Yehudá, uno de los doce hijos de Iaacov, se ha portado del modo más asqueroso con ella, para merecer también el castigo divino. Vamos a ver que en el capítulo 39, la mujer de Potifar, que es una especie de Cleopatra caliente, una yegua que muerde su mordaza, se porta de un modo igualmente asqueroso. Todo ello para entender que la inmoralidad no es propiedad monopólica ni del hombre ni de la mujer. Y para entender que lo que la Biblia nos está diciendo a nivel moral, creamos o no en Dios, -pues esta charla está destinada tanto a los ateos como a los halájicos como a los lunáticos spinocianos como tú y yo- que la Biblia está condenando la doble moral y que está exigiendo a todos el mismo nivel ético. Es a raíz de eso que podremos distinguir cuál es el nivel ético que se exige de todos los seres humanos. Obviamente ello tiene proyecciones actuales, tanto para israelíes como para palestinos, así como tiene repercusiones tanto para hombres como para mujeres. O sea: si las ultra feministas quieren que esta sea una clase para ver cómo el hombre siempre ha maltratado a la mujer, pueden cambiar de página, y los machistas que creen que la mujer siempre está rezongando de más, pueden hacer otro tanto, en el mismo barco, porque ya estoy harta de fanáticos de toda índole.

Lo que la Biblia nos está diciendo es que cuando uno convierte a otro en objeto –y el abuso sexual es convertir al otro en objeto- de algún modo lo está matando. Veremos cómo Tamar y Iosef, el hijo predilecto de Iaacov, lograron sobreponerse a dos abusadores, uno masculino que es Yehudá, y el otro femenino que es la mujer de Potifar.

-Vayamos pues al capítulo 38.

-Vamos. Lo cierto es que Yehudá fue un desastre a nivel moral. Y lo destaco porque es uno de nuestros antepasados. No sólo eso, sino que de la dinastía de Yehudá vendrá el Mesías.

-Bueno, bueno, antepasado de todos no. Mío no es, porque yo soy Leví, así que no me mezcles con esa chusma.

-Ah, Marcelo, tú siempre zafándote, ya voy conociendo tu carácter escurridizo. Pero aquí lo importante es que el hecho de que el Mesías venga de una dinastía tan podrida a nivel moral, nos muestra uno de los principios más importantes de la Biblia, que al mismo tiempo tiene mucho que ver con el budismo. Mis lectores se estarán preguntando qué tendrá que ver esto con el budismo.

-Sharona, ¿qué tiene que ver esto con el budismo?

-Caramba, no me esperaba esa pregunta. Bueno, resulta que los budistas tienen una creencia muy linda, que trata de la belleza de la flor más hermosa que es el loto, recordándonos que el loto brota y se medra en la basura. O sea, es una metáfora para la belleza que brota de la ruina. Y así, básicamente, como el loto que brota de la basura, yo veo igual de bella la idea de que el Mesías surge precisamente de la Casa de Yehudá, que a nivel moral es totalmente depravada, empezando con Yehudá mismo. Ya en otra clase hemos hablado de los pecados del Rey David, también descendiente de la misma tribu, así que no los voy a repetir.

Pero hoy hablaremos del fundador. Primeramente, es él quien azuza a sus hermanos a vender a Iosef a la esclavitud. Está bien, sabemos que Iosef es un poquito inaguantable, un poquito engreído y prepotente. ¡Pero no merecía por eso ser vendido como esclavo! Yehudá es también el que puede mentir descaradamente a su padre Iaacov, insistiendo en que Iosef fue desgarrado hasta morir, despedazado por una fiera salvaje. Yehudá miente y no sufre ninguna clase de remordimientos. En pocas palabras, creo que la Biblia nos está dando aquí el primer retrato de un psicópata.

No es como el hermano Reuvén, por ejemplo, que, si bien es cómplice en la venta de Iosef, se arrepiente y vuelve e intenta rescatar a Iosef del pozo al cual lo habían arrojado, pero no puede, porque ya han pasado los ismaelitas y se lo han llevado al cautiverio en Egipto.

Yehudá, en cambio, se va a dormir tranquilamente. El es un hombre de negocios, carente de todo escrúpulo. Fíjate lo que hace en el capítulo 38. El tiene un amigo por la zona de Eilat, adonde le gustaba pernoctar, un amigo que se llamaba Hira el adulamita, con el cual estaba haciendo cierto negocio. Yehudá se fue al sur y se enamoró de una mujer del sur, con la que tuvo un hijo llamado Er, que a su vez se casó con una mujer llamada Tamar. Este hijo se muere. Tuvo otro hijo que se llamaba Onán, y alguno de mis lectores ya deben estar levantando las cejas. Efectivamente Onán llegó a estar identificado con la masturbación, y de ahí el nombre de onanismo. Toto empezó porque Yehudá pidió a Onán que tuviera relaciones con la viuda de Er.

-Eso tiene que ver con la costumbre bíblica del levirato.

-Exacto, expliquémoslo antes que salten todas las feministas. Cuando una mujer quedaba viuda, el hermano del fallecido la debía tomar por esposa, aunque él ya estuviera casado –la poligamia estaba permitida-. Eso no era un modo de dominarla, sino un modo de asegurar que no se muriera de inanición. No estamos hablando del siglo XXI, donde la mujer trabaja aunque más no sea grabando "Las clases de Sharona". Y tampoco había seguros sociales ni pensiones por viudez. El tema es que Onán aparentemente no quería hacer este favor a su difunto hermano, porque de acuerdo con la tradición israelita, el hijo así engendrado hubiera sido hijo de Er, y no de él. Entonces virtió semen, como está escrito. Y su crimen no fue tanto la masturbación en sí como el no haber querido embarazar a la viuda. Es decir: la masturbación como tal no es un pecado en el judaísmo, sino el egoísmo, por el cual pagó con su vida.

-¿Qué hizo entonces Yehudá?

-Yehudá no tocó a su nuera mientras fue pariente suya. Tamar espera y espera que Sela, otro hijo de Yehudá, madure lo suficiente como para recibirlo como esposo. Pero ve que Yehudá no tiene la menor intención de ocuparse de ella, porque la verdad sea dicha, Yehudá pasa a todo el mundo por alto. Sela ya está en edad, pero no le es dado por esposo a Tamar. Entonces, ella decide intentar un ardid muy radical. Se viste como prostituta, como ramera de la época cubre su cara con un velo, se sienta en la encrucijada, que es donde se sentaban todas las prostitutas, representando en cierto modo una elección moral. Yehudá no la reconoce y, siendo un hombre enhiesto en todo lo moral, la para y le dice que quiere acostarse con ella. Y la Biblia lo dice de modo muy gráfico: "Quiero llegar a ti". No hablamos de amor aquí, no tiene nada que ver con el romanticismo, es un polvo y a otra cosa. Ella no es ninguna tonta. Quiere ser embarazada por Yehudá porque quiere tener descendencia, y sabe que en su status de viuda rechazada nadie la va a tomar. Entonces tomó el destino en sus manos, sinceramente de un modo mucho más valiente que la mayoría de las mujeres y de los hombres. Sabía que no se podría casar, pero eso no le impediría tener hijos. Eso lo asociamos hoy en día con la mujer moderna, la madre soltera, o la madre sola. Pues bien, esta madre sola de hace 4.000 años tenía más pelotas que cualquier otra.

Pero cuando Yehudá le dice "Quiero llegar a ti", ella le contesta: "Está bien, pero ¿qué me vas a dar en prenda?" El le promete un chivo o dos, una cabra, etc. Pero ella no es ninguna tonta y le pide garantía. Cuando Yehudá le dice que no le puede dar ninguna, ella le pide: "Dame tu cordón, tu báculo y tu sello. Y cuando hagas el pago te los devuelvo". Yehudá se acuesta, pues, con ella, no sabiendo quién es ya que ella nunca se levanta el velo. Si eso suena extraño a mis lectores, recuerden que las prostitutas de hoy rara vez besan a sus clientes, porque el beso se percibe como algo muy personal.

Al día siguiente manda a amigo Hira a hacer el pago. Pero éste vuelve y le dice que la prostituta no está en su lugar. Yehudá se pone lívido.

-¿Y eso por qué? Puede haber ido a visitar a su madre por unos días

-No en los términos del relato bíblico, donde todo es significativo. En este caso, si es prostituta se tiene que quedar siempre en la encrucijada. El hecho de que se haya marchado tiene que ser un signo preocupante para Yehudá. Un par de meses después Yehudá se entera que Tamar, su nuera, está embarazada. ¿Qué dice Yehudá al enterarse, este hombre tan correcto, sin doble moral? "Sáquenla y quémenla". La gente de Yehudá llega en busca de Tamar, pero ella ni pestañea, dice: "Ah, qué bien, ¿me quieren quemar? Muy bien, pero antes vean las pertenencias de aquel que me dejó embarazada", y les muestra el cinto, el báculo y el anillo. Vuelven a Yehudá, quien retrocede, temeroso, y dice "No la quemen". Pues reconoce su cordón, su sello y su báculo. Además reconoce que ella fue más justa que él, pues él no cumplió con su obligación de darla a Sela como esposa.

Esta historia es una de las protestas más fuertes contra la idea de la doble moral. Porque Tamar queda como una heroína. Y no sólo eso. El hijo que sale de este episodio, Fares, es el antepasado del Rey David. O sea que la dinastía comienza ahí, con una mujer liberada y valiente.

-Pasemos al capítulo 39.

-Muy bien, ya hemos visto cómo un hombre puede ser asqueroso, veamos ahora cómo una mujer puede serlo también. El pobre Iosef, hermano de este buen hombre Yehudá, vendido a la esclavitud, pero ya ha pasado a ser el mayordomo principal de la casa de Potifar, capitán de la guardia del Faraón, que probablemente era Ramsés I. Iosef goza de la confianza total de Potifar. La mujer de Potifar está más caliente que una cabra en celo. Y ella es igual que Yehudá. No entran aquí las insinuaciones de que la mujer piensa en el amor y el hombre en el sexo. El pobre Iosef quiere hacer su trabajo como buen empleado y ella está caliente. Ella sólo quiere su cuerpo, no quiere entablar una relación con él. En el capítulo 39 leemos que ella no le dice "Amame", sino "Duerme conmigo". Es lo mismo que el "déjame llegar a ti" de Yehudá. Se trata de almas gemelas: una mujer muy rica, muy mimada, probablemente muy aburrida, porque Potifar siempre está con sus negocios y con las huestes del Faraón. Y quiere diversión. Tiene un esclavo bonito en casa, y un esclavo es un esclavo, no un ser humano. Iosef se niega, y ella insiste: "Duerme conmigo".

Hasta que un día no puede más, lo agarra a José por la ropa, Iosef lucha con ella porque no quiere. Para todos los que están fantaseando con una mujer que te hostigue sexualmente, piensen que es de esas situaciones donde la mujer se te tira tan encima que ya no la quieres ni ver, y huyes. Es lo que hace Iosef: le deja las ropas que ella tenía agarradas y se escapa, dejándola con la ropa en las manos, una imagen fuertísima.

-¿Entonces qué hace?

-Aquí viene lo bueno. Empieza a gritar, para que todos la escuchen: "Un esclavo hebreo ha intentado abusar de mí". Tenemos aquí la manipulación a través de una acusación sumamente seria, la de intento de violación, que quizás se ajustaría a una personalidad como la de Yehudá, pero no a la de Iosef. Este obviamente es capturado y encarcelado por un crimen que no cometió, por el solo hecho de no haber querido ser objeto sexual.

Ahora bien. Si ponemos los dos casos juntos, estaremos de acuerdo en que no es casualidad que el capítulo 38 y 39 hayan sido puestos juntos. Como que se trata de dos retratos idénticos, un hombre asqueroso y una mujer asquerosa. Y si extraemos el mensaje de estos dos capítulos del Génesis a nivel moral veremos algo muy interesante.

Lo voy a ejemplificar con Moisés. Leemos en la Biblia que cuando cruzaron el Mar Rojo, y el mar se cerró sobre los carruajes de los egipcios ahogándolos, los Hijos de Israel irrumpieron en alborozo y en cánticos. Pero leyendo en el Talmud, para alegría de los ortodoxos, pues en general no alabo la Halajá, en Masejet (Sección) Meguilá, 10, versículo 2, leemos que Dios amonestó a los ángeles y a los Hijos de Israel cuando se regocijaron con la victoria sobre los egipcios diciendo: "Yo también los creé, son también mis hijos".

Eso implica también que a ti se te impone el mismo nivel moral en todas las circunstancias. Aunque estés luchando contra un criminal, no significa que puedes ser como él. Es decir, si lo llevamos a nuestros días, tanto en el caso de niños muertos en Gaza como en el de cualquier ciudadano israelí como tú o yo, que se muera por una bomba por el "horrible crimen" de ser judíos que toman café en un restaurante en Jerusalem, no me está permitido ser igual y hacer lo mismo. Dios no te permite ser así, por el contrario te recuerda –o te lo recuerda la Biblia si es que eres ateo- que el ser mala persona no es atribución sólo del hombre o de la mujer, sino de todos. Y al fin y al cabo, no es una vergüenza ser prostituta sino ser el alcahuete que la visita.

Bibliografía

Tomado de Hagshama E-zine