Historias de vampiros (¿judíos?)

Las clases de Sharona
Por: Sharonah Fredericko
Marcelo Kisilevski

En el judaísmo, como civilización fundacional de Occidente, es dado encontrar de todo. Incluso historias de vampiros, no solamente entreteniendo a las multitudes carentes de televisión de la Edad Media, sino dando origen a los más clásicos best sellers, y utilizados luego por mercaderes de la muerte para vehiculizar los mitos antisemitas que más daño han causado en la historia. Es verdad aunque usted no lo crea...
 

-Sharona, estoy anonadado. Pensé que ya me podías sorprender con tus temas, pero me equivoqué. ¿En serio vas a hablar de los vampiros en el judaísmo?

-Sí, hay mucha historia de vampiros en el judaísmo, hay incluso todo un culto vampírico. Es más, hasta la leyenda misma de Drácula contiene elementos de personajes judíos, y la demonización que se hizo de Drácula proviene en cierto sentido de la demonización del judío hecha por la Iglesia Católica. 

-Ah, pero no es que los judíos hayan inventado a Drácula o algo así...

-Los judíos aportaron algo, si no a Drácula, pues éste existió en la realidad, sí en el desenvolvimiento de la leyenda. Drácula como persona merece cierto esclarecimiento. El conde real era un católico bastante fanático que vivió en Transilvania en los fines del siglo XV, y sus archienemigos eran principalmente musulmanes. Lo más probable es que odió a los judíos de modo parecido, porque se veía como portaestandarte de la cruz en el sentido militar. Se llamaba Vlad Pepesh, que significa "el dragón impalador". Dragón en la simbología católica de la época equivalía al diablo. Dicho apodo surgió de su costumbre de impalar a sus enemigos metiéndoles una espada por la espalda para que saliera por el vientre. El conde decoraba su castillo con trofeos de sus víctimas. 

Sabemos que Vlad era de veras un vampiro humano. Solía tomar la sangre de sus víctimas como pócima para mantener su juventud. No estaba solo en eso. Otra condesa húngara, Elizabeth Bazori, solía matar a jóvenes vírgenes para beber su sangre, pensando que así iba a rejuvenecer. 

A los que están asombrándose y se preguntan qué cuernos tiene que ver esto con el judaísmo, esperen porque va a venir. 

Primero digamos que el verdadero Drácula murió en los finales del siglo XV, después de haber sembrado terror por toda la zona de Transilvania, de hecho dando luz a una leyenda que resaltaba su crueldad hasta entre los propios cristianos. 

¿Dónde estaban los judíos a todo esto? No te olvides que Rumania era un país católico. El conde Vlad Pepesh o Drácula, que como indica su nombre es "pequeño dragón" o "pequeño diablo", era uno de muchos condes que, tal como oprimía a los musulmanes, oprimía a los judíos, los arrinconaba y no les tenía ningún cariño. Interesantemente, dado que los judíos estaban tan apartados de Drácula en aquella época, al llegar su muerte la leyenda de Drácula todavía no se había fusionado con el antisemitismo de la Iglesia, de la cual el personaje histórico Drácula sí hubiera sido un buen exponente, como católico fanático que era. 

Pero los judíos ya tenían una leyenda de vampiros que, al difundirse en el mundo cristiano, a pesar de las barreras sociológicas y religiosas, aportó también a la leyenda de Drácula. 

-¿Un vampiro judío con todas las letras, que hechiza sexualmente a sus víctimas, les chupa la sangre para seguir siendo inmortal, duerme en ataúdes y teme al sol, al ajo y a las cruces?!

-No del todo, pero muy parecido, y ya vas a ver cuánto. Los judíos de la zona del Mediterráneo, empezando en España y extendiéndose en toda la zona mediterránea y de los Balcanes, entrando así en Bulgaria y en Rumania, desde las postrimerías del siglo XIV hasta las del XVII, se aferraban a la leyenda de Lilit. De acuerdo con la tradición cabalística había sido la primera esposa de Adán, expulsada del jardín del Edén por su desobediencia a su primer amo. Luego Lilit, según la tradición mediterránea, se juntó con el rey de los demonios, Ashmedai, cuyo nombre significa "destrucción", de la raíz "Lehashmid", aniquilar, y engendraron una serie de vampiritos monstruosos que son medio humanos y medio monstruos. Tal como decimos en hebreo "ben-Adam", los hijos de Adán, para referirnos a seres humanos, están también los "benei-Lilit", los hijos de Lilit, que se disfrazan de humanos pero esconden una característica monstruosa, que en el caso de Lilit es el vampirismo. 
O sea: Lilit es vampira. La palabra "arpad", vampiro en hebreo, o en el caso de Lilit, "arpadá", es muy anterior a la terminología latina. Es decir que el primer vampiro fue una vampira. 

Pues la leyenda de Lilit se remonta por lo menos al siglo XII en España, y hay posibles indicios de que se remonte ya a la época del exilio en Babilonia. Lo único cierto es que siglos antes que el mundo cristiano hubiera ideado la noción del vampiro, los judíos ya contaban historias de la vampira Lilit. 

Ellos hablaban de Lilit con una mezcla de terror y atracción, pues a pesar de ser vampira y de chuparles la sangre a todos los Hijos de Adán, era extremadamente atractiva. Y justamente les chupaba la sangre por el miembro viril. 

-Vaya suplicio, morir así, ¿no?

-Sí, muy supliciante no era. Remito a mis lectores a un magnífico libro escrito por el gran erudito Gershom Sholem, "La Cábala y su simbología", si es que ya se están diciendo unos a otros: "No, esta  vez Sharona realmente enloqueció". No, estas leyendas sí existen. Según Sholem, Lilit encarnaba una mezcla de miedo atroz a la muerte con la fantasía sexual. O sea, el miedo a la desobediencia frente a las órdenes del Todopoderoso, junto con un aliciente innegable en el carácter de una mujer vampira descripta como alta, hermosa, con caderas ondulantes y ojos que hipnotizaban. Efectivamente, cada vez que mis lectores se sorprendan diciendo "contra el mal de ojo", sepan que de hecho se están refiriendo al poder de atracción y dominio que tiene el ojo izquierdo de Lilit. Todos los amuletos, incluyendo la "jamsa", la mano invertida con el ojo en su palma, que supuestamente protegen al judío contra el poder del mal de ojo, son en su origen una protección contra el poder vampírico de Lilit. Pues primero Lilit te tenía que hipnotizar y luego se te acercaba y te chupaba la sangre ya sabes de dónde. 

-¿Esta historia pasa luego del Mediterráneo a los judíos de toda Europa?

-La historia se extiende desde España al sur de Francia por muchos refugiados judíos de las persecuciones católicas. En Francia teníamos un acervo cultural muy interesante, mezcla de las tradiciones ashkenazíes y sefardíes. Muchos judíos de los países balcanes, como Bulgaria, donde la mayoría de los judíos eran sefardíes, y de Rumania, donde los judíos eran en su mayoría ashkenazíes, tenían acceso al mundo cultural de Francia. En los siglos XIV y XV los judíos mediterráneos se volvieron vagabundos, porque la Iglesia los hostigaba por doquier. Caminaban, transitaban, viajaban, enriqueciendo el acervo cultural de leyendas. Parte de esta tradición folklórica eran las historias vampíricas acerca de Lilit. 

Eso terminó fusionándose con el estereotipo siempre muy difundido en el mundo católico de la mujer judía como vampira. Y de hecho puedes remontarte hasta a canciones de cuna para niños en Inglaterra del siglo XII, el país donde surgió la primera calumnia de sangre, con retratos que pintan a la mujer judía como atractiva, sensual y vampírica, que mata al niño cristiano para chuparle la sangre. ¿Para qué lo hace? Según la calumnia, lo hace a fin de preparar con esa sangre el pan ácimo, la matzá de Pesaj, la Pascua judía. 

Así, Marcelo, empezamos con las calumnias de sangre, que surgen por primera vez en las islas británicas en el siglo XII. De ahí pasamos a Toledo, donde en el mismo siglo, cuando llegaba Pesaj, acusaban a los judíos de chuparles la sangre a los niños cristianos. De hecho toda la historia de las calumnias de sangre se fusiona totalmente con las leyendas vampíricas. 

Entonces: dado que ya existía la paranoia con respecto a la supuesta tendencia judía de chupar la sangre de niños cristianos; dado que también daba vueltas por todo el Mediterráneo la leyenda de la hermosa y pecaminosa Lilit, leyenda que era de origen judío, faltaba muy poco para conducir a todas las leyendas a su culminación antisemita en la representación del personaje del conde Drácula, que muy poca semejanza tuvo con el original Vlad Pepesh. 

-Sin embargo, al leer el libro o ver una película de las muchas que se hicieron, cuesta ver alusiones directamente antisemitas. A menos que quieras poner esa nariz ganchuda y espantosa de Drácula como una alusión antisemita. La verdad es que nunca se me había ocurrido relacionar a Drácula con el tema judío…

-No, hay mucho más que eso. Bram Stoker, el autor del libro, católico irlandés, que pertenecía no al ala más liberal de la Iglesia Católica sino a la más reaccionaria, había heredado un "tesoro" de creencias antisemitas, que se manifiesta fuertemente en el libro, aunque entre líneas. Pero no es casual que luego, toda la maquinaria propagandística antisemita nazi adoptara justamente a Drácula como la imagen del judío chupa-sangre de la sociedad. 

Stoker era un irlandés que había vivido la mayor parte de su vida en Inglaterra en la época victoriana, una época de fanática represión sexual. Había sido criado como católico creyente en una sociedad protestante intolerante y sumamente reprimida a nivel sexual. Había profundizado en el mundo de las leyendas vampíricas que también contenían un elemento antisemita también sexual, la mujer vampírica judía que envolvía a sus víctimas y los dejaba sin vida.

El viajó a Transilvania y ahí se empapó con las historias de Drácula. El producto fue tanto resultado de las leyendas antisemitas vampíricas que en sí estaban ya enraizadas en cierto origen cabalístico judío, como de sus propias fantasías victorianas de fines del siglo XIX. 

Lo presentó a Drácula como viviendo apartado del campesinado en un alto castillo y odiado por todos los cristianos creyentes. Esa es la primera luz roja que se nos prende. Primero que el Drácula histórico no era odiado por los cristianos sino que era enarbolado por ellos como su propia bandera. Era muy querido por ellos. Al contrario, era líder del campesinado cristiano, que era el sector más fanáticamente religioso de la sociedad. Es decir, Stoker hace esta primera tergiversación, presentando a Drácula como apartado de los cristianos y contra ellos. 

Luego teje una serie de detalles cuya similitud con las leyendas antisemitas vemos claramente. Drácula sale de su ataúd solamente cuando se pone el sol, y vuelve a su ataúd al amanecer. Su día empieza con la aparición en el cielo de tres estrellas… 

-...

-Veo que ahora sí se te encendió la mecha. Efectivamente, la idea de empezar el día con la aparición de una o varias estrellas en el cielo es nítidamente judía. Drácula, de acuerdo con Bram Stoker, dormía en un ataúd. Y hete aquí que en Rumania, a partir del siglo XIII, de hecho hasta los principios del siglo XX, existía una costumbre de enterrar a los judíos, cuando morían, en un ataúd con un puñado de tierra debajo de la cabeza, representando la Tierra Santa, la Tierra de Israel. Si lees bien el libro de Bram Stoker, te encuentras con que Drácula dormía en un ataúd con un puñado de tierra de "su país de origen", país no nombrado. 

O sea que Stoker cita una costumbre nítidamente judeo-rumana, e insinúa que Drácula no era nativo del lugar, lo cual es lo más ridículo, porque el Drácula histórico no sólo era oriundo del lugar, sino que pertenecía a una de las familias dinásticas más insignes del país. Pero Stoker lo convierte en forastero. Y un forastero que duerme en un ataúd con un puñado de tierra debajo de su cabeza, perdóname, pero sólo puede ser un cadáver judío. 

Sigamos. ¿Qué es lo que mata a Drácula?

-El ajo…

-No, el ajo lo paraliza. Tus conocimientos draculianos no van muy lejos…

-La cruz…

-Muy bien, la estaca y la espada, que son símbolos cristianos de la cruz. Cuando los caballeros en la Edad Media juraban por la cruz, juraban sobre la espada, que era plasmación visual de la cruz. La estaca es lo que mata a Drácula. 

-¿El agua bendita?

-El agua bendita lo paraliza, como, de acuerdo con la creencia folklórica católica, también paraliza al judío. En cuanto al ajo, la Iglesia creía que el judío lo utilizaba como embeleso, y que si el cristiano sólo aprendía a redirigir su poder contra el judío, entonces el ajo mataría al judío. 

Si esto te parece poco, hay más. Drácula tenía mucho arrastre con las mujeres, ¿verdad? Era bastante porteño en ese sentido. Yo siempre me imagino a Drácula con acento porteño, es muy difícil imaginármelo con acento cordobés, o mejicano. Sé que mis lectores cordobeses o mejicanos se van a ofender, pero Drácula definitivamente era porteño...

-¿Y pensás que los lectores porteños se van a enorgullecer?

-Probablemente sí, con ese ego portentoso que tienen. Lo cierto es que Drácula sólo atacaba a mujeres cristianas virtuosas, vírgenes. Aquí puedes ver la manifestación masculina de la leyenda de Lilit. Ella también era sumamente atractiva y paralizaba a los hombres con su gran atracción. Drácula es un negro sobre blanco de Lilit, no de Vlad Pepesh, cuyas descripciones lo muestran con turbante al estilo Rambam, y con barba, con bastante estilo musulmán, a pesar de que éstos eran sus archienemigos. 

Pero el Drácula de Bram Stoker es un calco en masculino de Lilit, que ataca a sus víctimas de noche igual que ella, en las encrucijadas de los senderos igual que ella, y lo más importante, igual que Lilit, volando. Pues en las leyendas judías, Lilit entraba solamente por la ventana, y Drácula también, desvaneciéndose al amanecer.

-¿Qué podemos aprender de este hecho, más que lo anecdótico de que Drácula se parece a Lilit? ¿Es el folklore antisemita tomando elementos del folklore judío para volverlo contra los judíos mismos?

-Primero, creo que el hecho que mencionaste es muy importante. Muchos judíos y muchos cristianos no entienden que, frecuentemente, el peor antisemitismo hizo un uso pervertido de los textos judaicos, incluidas sus leyendas. Por ejemplo, si yo quisiera atacar al cristianismo, que no es mi intención, porque para mí todas las creencias son iguales: cuando me muera descubriré cuál es la verdadera, puedo hacerlo a partir de sus propios textos fundacionales. La Iglesia hizo un uso malintencionado de textos judaicos sacando de contexto ciertas citas a fin de diseminar entre la población cristiana la impresión de que los judíos los odiaban. Lo hicieron muy a menudo con el Talmud, sacando de contexto sus citas. También sacaban de contexto leyes y prescripciones talmúdicas, cuando ya los propios judíos no las cumplían. Insistían, por ejemplo, en que los judios veían en todo el pueblo cristiano a Amalek, al que había que aniquilar. Si bien esto último pasó luego a ser cierto, y ese hecho hay que señalarlo, lo fue más a causa del antisemitismo de la Iglesia que por algún antagonismo que el judío pudiera tener frente al cristianismo. Pues al principio el pueblo judío no tuvo nada contra el cristianismo, sencillamente lo ignoraba, no lo consideraba parte de su tradición. Pero tampoco salía en contra de él. 

Por eso es tan importante entender la evolución de la leyenda draculiana, porque después el famoso propagandista del Tercer Reich, Jules Streicher, va a elegir a Drácula como símbolo antisemita por excelencia, es decir que todas estas vinculaciones intelectuales eran muy claras para los próceres nazis. 

Es muy importante también comprender el intercambio inconsciente a nivel de leyenda, producido a nivel del inconsciente colectivo, citando a Charly García, para que la Iglesia reconozca sus raíces judías. 

Hay un escritor argentino que, si bien no es escolástico entrenado, yo creo que ayudó a abrir una puerta en eso. Se llama Mario Sabán, que escribió un libro sin rigor académico pero excelente a pesar de ello, "Los hebreos nuestros hermanos mayores". Habla del tema de los antecedentes judíos entre las "mejores familias" argentinas, justamente para echar por tierra el racismo, para demostrar que no hay pureza de sangre, y que todos compartimos todo con todos, y que las raíces de la Iglesia Católica son tan judías, que sólo esperamos el reconocimiento de la Iglesia de ese hecho. 

Han habido ciertos católicos liberales que sí lo han reconocido, y sólo a partir de ese hecho es que existe una esperanza de una verdadera reconciliación entre judíos y católicos. Incluso el más profundo antisemitismo se nutrió de la lectura de los textos judíos. Por supuesto que fue una lectura tergiversada, que malinterpretaba la intención de los sabios judíos, del mismo modo como si yo quisiera malinterpretar el Nuevo Testamento, pudiendo comprobar fácilmente que Jesús era un malvado, cosa que no era cierto. Pero yo podría sacar una citación de Jesús cuando dijo: "No vengo por la paz sino por la espada", lo sacaría de contexto y diría: "Qué tipo militarista". Eso sería también una tergiversación de la palabra de Jesús, porque Jesús lo dijo en cierto contexto frente a los romanos, justamente en un sentido judío militante frente a la opresión de los poderosos. 

Entonces, es justamente a partir de una leyenda tan difundida, como la de Drácula, que tenemos la esperanza de llegar a un punto de comprensión con la Iglesia, en la medida que existan hoy en día intelectuales católicos dispuestos a reconocer, junto con la urdimbre del antisemitismo de la Iglesia, también sus raíces judías. 

Bibliografía

Tomado de Hagshama E-zine