A lo largo de su historia y a través del contacto con distintos lenguajes vernáculos de las regiones donde se establecieron, los judíos desarrollaron una variedad de idiomas y dialectos. Entre los numerosos idiomas que surgieron en el territorio germano durante la Edad Media destaca el ídish que recientemente fue declarado por la UNESCO, patrimonio de la humanidad.
Desde sus inicios en el siglo IX, el ídish fue el medio de comunicación cotidiano de los judíos de Europa Oriental, porque el hebreo era considerado una lengua sagrada y sólo se utilizaba para las cuestiones religiosas. Entre los elementos que se conjuntaron para la formación de este idioma están el deseo de utilizar expresiones hebreas, la adopción de localismos germanos y la capacidad creativa del pueblo judío.
Los estudiosos del tema consideran que el nacimiento del ídish debe situarse entre los siglos VIII y IX. No existen documentos que lo atestigüen, ya que las persecuciones contra los judíos y la poca estima en la que se tenía al idioma, no permitieron que se preservaran estos escritos. El ídish está basado en varios dialectos alemanes. La influencia de la lengua imperante fue muy significativa ya que el idioma judeo-alemán se adaptó constantemente a los dialectos germanos. No obstante, también se incorporaron diversas expresiones hebreas relativas al ritual judío, a la historia judía, a los asuntos comunitarios, así como palabras tomadas del latín, del francés y de algunas otras fuentes.
Un rasgo distintivo de este idioma, que comparte con otros dialectos judíos, es que aunque proviene del alemán, se escribe con caracteres hebreos.
Con el transcurso de los siglos, el ídish se fue diferenciando en las diversas provincias o regiones de Europa oriental, aunque siempre conservó las mismas normas en la escritura. Esta relativa homogeneidad es importante si tomamos en consideración que el ídish es un idioma que se desarrolló sin la presión de ninguna fuerza de cohesión como seria el caso de un Estado o nación.
Con el desplazamiento de muchos centros judíos hacia el este de Europa a raíz de la Peste Negra (1348-1349), el Idish se fue desligando de sus raíces germanas. A partir de este periodo, los judíos alemanes mantuvieron el ídish como idioma vernáculo hasta el siglo XVIII, cuando surge el deseo de participar en la vida nacional germana y convertirse en ciudadanos de un Estado que con la bandera de la Emancipación, les ofrecía la igualdad civil. El ídish comenzó a ser reemplazado como idioma cotidiano por el alemán.
A pesar de la lucha generalizada por parte de los judíos emancipados contra el uso del ídish, éste comenzó a utilizarse en transacciones comerciales, en libros para mujeres -que no tenían dominio del hebreo-, en cartas, etc., ya que era considerado como un instrumento de comunicación inevitable mas no como un idioma que podía cultivarse. Se usaba también en manifestaciones de cultura popular, como piezas teatrales humorísticas y canciones. Paulatinamente ese aspecto popular y aparentemente poco serio fue deviniendo en la creación de obras literarias.
La transición del ídish como medio de comunicación popular al de un vehículo intelectual altamente desarrollado fue un proceso complejo que cristalizó apenas en generaciones reciente. El ídish se confinaba a las masas, pero con el surgimiento de la Haskalá o Iluminismo se marcó un cambio no sólo en el contenido y la forma sino en el lenguaje en sí. Pronto se logró elevar el ídish a la categoría de idioma del judaísmo en Europa oriental.
Los grandes movimientos migratorios judíos del siglo XIX y XX produjeron que la comunidad parlante del ídish se expandiera. Se desarrolló una prensa activa, teatro, sistema educativo, etc., y en algunas ciudades se adjudicó al idioma un carácter oficial.
En la actualidad, como consecuencia de las migraciones, el ídish se habla en numerosos países. No existen estadísticas suficientes que nos permitan calcular la cifra. Durante la segunda guerra mundial junto con la extensa difusión del ídish se operó casi simultáneamente la destrucción de sus antiguos centros. En esta época, existían cerca de once millones de personas que hablaban ídish, pero este número fue drásticamente reducido por las inhumanas persecuciones que acabaron con la vida de seis millones de judíos europeos, que habían sido los más importantes difusores del ídish.
En el caso de la Rusia stalinista, las prohibiciones gubernamentales y las represiones severas, fueron otra de las razones para que disminuyera la popularidad del idioma. Sin embargo, entre los judíos ashkenazís -de Europa oriental- el ídish se utilizó como segundo idioma. Aunque su uso vernáculo declinó, aumentó el interés intelectual y sentimental por el idioma. Este desarrollo se debe a la capacidad de muchos judíos de integrar su pasado con la modernidad.
El estudio del ídish se persigue con interés; en los últimos años se ha sistematizado y pulido el idioma desde un punto de vista linguístico y gramatical. Se han creado numerosas sociedades en diversos países con el objeto de cultivar este idioma que desarrolló una identidad, un folklore y una literatura diversificada en la que sobresalen las obras de Shalom Alechem, Mendele Mojer Seforim, Haim Najman Bialik I.L. Peretz e Isaac Bashevis Singer, éste último ganador del Premio Nobel de Literatura.
Así mismo, el ídish se imparte como idioma y cultura en importantes universidades del mundo. En México, existen escuelas que incluyen en su currícula la enseñanza de este idioma.
El ídish más que un idioma es la expresión de la vida cultural de los judíos ashkenazís, y representa la preservación de su legado histórico.
Tomado de Tribuna Israelita
Ausbel, Nathan
The Book of Jewish Knowledge
Crown Publ. Inc., N. Y., 1964
Encyclopaedia Judaica
Keter Publishing House Ltd., Jerusalem, 1981