La fecha del fallecimiento de los padres es recordada anualmente a través de algunas prácticas religiosas. Esta fecha representa para el alma la posibilidad de elevación, y es observada con cariño y respeto por los hijos de los fallecidos.
En el primer año, el Yurtzait coincide con el día de la finalización del período de los doce meses; ésto es: si el entierro ocurrió dos o más días después del fallecimiento, el primer Yurtzait será en el primer aniversario del entierro (cuando se cierra el período de los doce meses); en los años siguientes, la fecha a ser recordada será la del fallecimiento.
El Yurtzait es siempre la fecha del calendario hebreo que corresponde al día del fallecimiento. Como todas las observancias religiosas, el Yurtzait debe conmemorarse desde que el sol se pone la tarde anterior hasta la puesta del sol al día siguiente.
El Yurtzait es una ocasión en que recordamos nuestra deuda para con el pasado y nos preocupamos de mantener vivo el recuerdo de nuestros difuntos contribuyendo profundamente al cumplimiento de los ideales de nuestra herencia.
Este día está especialmente indicado para realizar buenas acciones actos de solidaridad humana y contribuciones para caridad, en mérito al alma del fallecido. Se acostumbra visitar el túmulo en el día del Yurtzait y recitar los Salmos 33, 16, 17, 72, 91, 104, 130.
Si se ignora la fecha del fallecimiento, se debe escoger una fecha cualquiera y fijarla anualmente como el día del Yurtzait. Una persona que olvidó recitar el Kadish en el día del Yurtzait deberá compensarlo recitándolo cualquier otro día.
Si la persona que debe pronunciar el Kadish no puede participar en los rezos en la Sinagoga, ya sea por motivos de salud o fuerza mayor, debe encomendarle a un conocido o familiar que lo recite en su lugar. De no ser posible, lo deberá pronunciar visitando la sinagoga en la primer ocasión que le sea posible.
El Yurtzait se observa de la manera siguiente: Se enciende en el hogar una luz o vela conmemorativa especial durante todo el período comprendido entre ambas puestas de sol (venticuatro horas). Se permite utilizar lámparas recordatorias eléctricas, aunque la costumbre indica encender una vela.
Los hijos del difunto dicen Kadish en los tres servicios diarios, teniendo siempre presente el significado del Kadish.
Uno debe dedicar al menos una hora del Yurtzait al estudio de literatura judía sagrada como la Torá y la Mishná u otros libros que iluminen las enseñanzas e importancia de nuestra fe.
También prevalece la costumbre de visitar la tumba del difunto en el Yurtzait o días anteriores. Existen libros especiales con las oraciones correspondientes, algunas de las cuales están al final de este libro.
En el Shabat anterior al Yurtzait, el hombre que lo observa suele ser honrado con una Aliá a la Torá. Si fuese posible, debe entonar la Haftará. También debe recibir una Aliá si el Yurtzait cae en un día en que se lea la Torá.
En nuestra Kehilá recibimos diariamente a personas y familias que cumplen con el sagrado compromiso de recordar y respetar la memoria de padres y familiares por medio de la pronunciación del Kadish en la Sinagoga. Cada día se dedica el estudio que se realiza en el intervalo entre Minjá y Arvit a la memoria de las personas cuyo aniversario del fallecimiento se está cumpliendo. Si visita la Sinagoga con motivo de un Yurtzait familiar, acérquese al Rabino y comunique su intención de honrar la memoria de ese ser querido.
Una de las costumbres más antiguas en nuestra tradición es la de señalar el lugar del entierro de una persona con una Matzevá. Este precepto tiene un doble sentido: que la persona fallecida descanse en paz y que los vivos tengan un lugar de recuerdo e identificación con la persona fallecida.
La lápida puede edificarse en cualquier momento después de la Shivá. En diferentes comunidades acostumbran esperar un año antes de hacerlo, sin embargo, es posible colocar la lápida tan pronto como se pueda para así honrar al difunto. Aquellos que acostumbran a esperar 12 meses, alegan que durante el primer año el fallecido está presente de manera permanente en el corazón de la familia.
En nuestra Comunidad es costumbre colocar e inaugurar la matzeva al finalizar los 12 meses después del fallecimiento. Si por diferentes motivos la familia debiera adelantar esta fecha, sugerimos coordinar el tema con el Rabinato de la Comunidad.
Nuestros sabios aconsejan simplicidad (y no ostentación) en la confección de la lápida. En ella debe estar grabado o escrito el nombre del fallecido/a y el nombre de su padre, si era Cohen o Leví, la fecha de nacimiento por el calendario hebreo y el acróstico · que significa: "Que su alma esté ligada a la corriente de vida eterna"
Se acostumbra escribir palabras alusivas a las principales características que tenía la persona en vida, con el fin de que ellas inspiren los sentimientos de quienes visitan su tumba. Aunque la leyenda sobre el difunto puede escribirse en cualquier idioma, debe también inscribirse en la lápida el nombre hebreo del difunto y de su padre así como la fecha del Yurtzait.
Se acostumbra hacer un servicio al inaugurar una lápida con el fin de dedicarla a la memoria de la persona fallecida. Se leen salmos específicos, se ofrece una donación en nombre del difunto y se pronuncia el Kadish y El Malé Rajamim. Por ello es necesario que haya al menos un "Minian" (diez hombres) presentes.
El día en que se inaugura la Matzeva, se debe pronunciar Kadish en la sinagoga, al igual que la noche anterior.
Se remonta a la época de los patriarcas la costumbre de visitar el túmulo de los familiares fallecidos. Según la Kabalá, el alma del fallecido es confortada espiritualmente cuando sus hijos, familiares o amigos llegan hasta su lugar de descanso a orar por ella y por su reposo. Se debe entrar al cementerio con la cabeza cubierta y vestido decorosamente (inclusive en los cálidos días de verano), con el debido respeto y sentido de reverencia.
Tradicionalmente se visita la tumba del fallecido al finalizar la Shivá
en el día de los Shloshim y anualmente en el día del Yurtzait (aniversario de fallecimiento). También se acostumbra visitar el cementerio en vísperas de Rosh Hashaná y Yom Kipur.
A partir del séptimo día que finaliza la Shivá se puede visitar el lugar de descanso durante todo el año. (La costumbre de no visitar la tumba durante el primer año no tiene su orígen en la Halajá).
Si los días de visita coinciden con alguna festividad religiosa, se debeentonces adelantar la visita.
Es de suma importancia que la persona que visite a su ser querido en el cementerio, dedique meditaciones y reflexiones a la persona fallecida y a su propia vida. Asimismo, que pronuncie algunas oraciones en su memoria con sus propios medios. Las oraciones deben ser dirigidas a Dios y no al fallecido. Adjuntamos al final del libro algunas oraciones para ser pronunciadas cuando se visita la tumba de familiares y amigos.
Cuando una persona se encuentra en el cementerio acompañando un entierro o un momento de recordación de un familiar o amigo, le está permitido visitar las tumbas de sus familiares. Algunos acostumbran no visitar otras tumbas cuando vienen especialmente a visitar la Matzevá del padre o la madre en señal de respeto.
Al salir del cementerio, se debe realizar el lavado de manos ritual, vertiendo tres veces agua sobre cada mano.
Es costumbre recitar el Izkor (oraciones conmemorativas) por los difuntos cuatro veces al año: en Iom Kipur, el octavo día de Sucot (Shemini Atzeret), el segundo día de Shavuot y el último día de Pésaj.
Es obligación de por vida que los hijos, hombres y mujeres, pronuncien el Izkor en memoria de sus padres.
Al recitar el Izkor por el alma de los extintos, efectuamos donaciones a instituciones caritativas.
Si alguien no puede asistir a los servicios en la sinagoga puede recitar la oración recordativa en su casa.
Es costumbre prender (antes de Iom Tov) o de la manera permitida una veladora en los días en los cuales se recita Izkor.
Se acostumbra que aquellas personas cuyo padre y madre viven abandonen la sinagoga mientras se recita la oración conmemorativa.
En diferentes comunidades, se estableció erróneamente que Izkor no debía recitarse durante el primer año después del fallecimiento. De hecho, debe decirse Izkor en la primer oportunidad que se tenga después de la muerte del ser querido
En nuestra Comunidad, acostumbramos que cada persona pronuncie Izkor en forma personal en silencio y a continuación, se pronuncia Izkor en memoria de los Rabinos y Presidentes fallecidos de la Kehilá, los mártires del Holocausto y los soldados del ejército de Israel caídos en batalla.