Satanás, el angel de la justicia

Las clases de Sharona
Por Sharona Fredericko
Aprendió y editó: Marcelo Kisilevski   


La concepción judía del diablo no es la misma que en el cristianismo. La figura de "Satán" aparece varias veces en la Biblia, de las que la más famosa es aquella en la que carga contra el bueno de Job. En el folklore judío de la Edad Media, Satán será más famoso que en los tiempos de Moisés, y hasta tendrá pareja. Tampoco existe un infierno pero sí algo parecido… con lo que nuestro diablo no tiene nada que ver. Historia de un ángel incomprendido.

-Sharona, estoy cansado de hablar de actualidad. Hablemos de algo más elevado, más filosófico. El bien y el mal, por ejemplo.


-Pero Marcelo, ¿cómo podemos hablar de algo tan trillado como el bien y el mal? Sobre todo cuando creemos supuestamente, de acuerdo con la filosofía judía, que Dios siempre está del lado del bien.


-Bueno, entonces hablemos solamente del mal.


-Ah, pero entonces tenemos un problema más grande. Porque nosotros no creemos que el mal surja de una entidad independiente de Dios. O sea que si hay mal, Dios también lo ha creado. ¿Esto significaría que Dios también es el Diablo?


-Bueno, yo lo que sé es que la concepción del Diablo para el judaísmo no es la misma que para el cristianismo.


-Muy bien, entonces: ¿quién es don Satán para ti?


-Yo aprendí en la escuela primaria que Satán es un ángel de Dios enviado por El para probar a los hombres. Pero no es que él quiera que los hombres caigan en sus tentaciones. ¿O sí?


-Okay. Primero tengo que recalcar que Satanito es mi personaje favorito en todo el folklore judío, y tal vez mi personaje predilecto en toda la Biblia. Pues Satanás, bajo el nombre hebreo de Satán, aparece en la Biblia, no sólo en el libro de Job, sino en la historia del Rey David, en Samuel II.


-Caramba, eso no lo sabía.


-Sí, y te voy a decir cómo aparece. Es cuando el rey David decide hacer un censo de las Doce Tribus facciosas. ¿Qué significaría tomar un censo? Institucionalizar un poder para poder fijar, por ejemplo, un sistema impositivo. Censar a la población, en la época bíblica, significaba imponer un control.


-¡Qué casualidad! ¡Igual que hoy!


-Sí, seguro. Pero en ese entonces, no te olvides, las tribus eran totalmente autónomas y guerreras. Recién empezaban a salir de su pasado nómada. Entonces David les toma un censo. Y lo que leemos en el segundo libro de Samuel es fascinante. Leemos que Satanás incitó a David a tomar el censo. Esto es bárbaro para cualquier persona que no quiera pagar impuestos, porque significa que el sistema impositivo es obra del Diablo…

Entonces el censo de David provocó la furia de las tribus. Pero Satanás incitó a David a hacerlo porque era necesario que la furia se manifestara para luego poder amalgamar al pueblo en una sola nación, ya no una colección de tribus.

Hay quienes sostienen que Satanás hace una apariencia previa en la Biblia, pero no bajo el nombre de Satanás, sino bajo la rúbrica del personaje que luego va a encarnar en el folklore judío. Tú sabes que en la época posterior a la Biblia llamamos a Satanás "el Ángel de la Muerte". Vale. Es en el libro del Éxodo, cuando se habla de las Diez Plagas. La última plaga es la muerte del primogénito egipcio a manos del Ángel de la Muerte, a la que muchos comentaristas judíos ven como una especie de venganza filosófica por la muerte de los primogénitos hebreos al principio de la vida de Moisés. Yo tomo a este ángel de modo más simbólico. Para mí el Ángel de la Muerte fue más bien una sublevación de esclavos hebreos que decidieron vengarse de sus dueños, con toda la crueldad que eso implica.

Entonces, dado que en el folklore judío posterior se dice que Satanás es el Ángel de la Muerte, muchos comentaristas de la época mishnaica (de la Mishná, del I° al III° siglo de la era común) sostienen que ya era Satanás. Definitivamente, eso pondría a Satanás del lado de los israelitas, porque el Ángel de la Muerte salteó las moradas de los esclavos –de ahí la palabra Pésaj, que significa "saltear"- y "castigó" a nuestros enemigos. Es decir que desde este punto de vista, Satanito era bien pro-israelita.


-Pero desde una concepción clásica del Diablo, y si habláramos en términos de propaganda antisemita, venir a decir en estas Clases de Sharona que los judíos tienen al Diablo de su lado no es una afirmación demasiado afortunada, ¿no?


-Bueno, Marcelo, te dije varias veces que debes esconder esos cuernos que tienes, y más esa colita. Y no sé qué estás haciendo con esa guadaña que escondes debajo de la mesa… Mira, en serio, el argumento que me pones ahora tiene que ver justamente con el desarrollo de postulados antisemitas, propuestos posteriormente en los primeros siglos de la Iglesia.

Puedes preguntarte: ¿el Ángel de la Muerte viene cada vez que hay muerte, o viene, tal como lo hizo con la décima plaga, cuando es enviado por Dios? Lo cierto es que, si Satanás está relacionado con la muerte como tal, entonces es sencillamente el ángel más sufrido, al haber recibido el peor puesto de toda la organización celestial. Y mira quién es su Jefe, así que el pobrecito no tiene a quién quejarse.


-Muy bien, entonces hay que recalcar: al contrario que en el cristianismo, en el que el Diablo es una entidad separada de Dios, su antítesis, en el judaísmo es un ángel más. No hace ni provoca el mal. Prueba a los hombres y los tienta con ese objetivo. Pero al fin y al cabo el bien y el mal están en los hombres, no en una entidad diabólica.


-Totalmente. Y Satanás actúa solamente a partir de las órdenes de Dios. Y quiero ser muy clara con mis lectores no judíos, para quienes lo que estamos diciendo puede sonar chocante. Yo creo en la comunicación abierta entre judíos y cristianos, y creo que ambos deben ser honestos. Por eso quiero que entiendan que para nosotros Satanás no es malo, sino que es enviado de Dios. Es el ángel que debe probar a los hombres y el que recibió la tarea más fea y más temible pero, en cierto sentido, más divina. Porque Satanás, al final, es el que te acerca a Dios cuando te mueres. Tu alma se reúne con el Creador cósmico, así que el judío no ve el momento de la muerte con terror. Porque, hay que aclarar también para nuestros lectores no judíos: no creemos en el Cielo y el Infierno. Estamos acostumbrados, en el mundo cristiano, a pensar en Satanás como oriundo del mundo infernal…


-Y su director...


-Exacto. Para nosotros no. Para nosotros es un ángel, y no un ángel caído: Dios no lo ha expulsado del Cielo. Voy a decir más: es el ángel predilecto de Dios. Porque Dios solamente encargaría al ángel más noble con la tarea más importante, que es la de retraer al espíritu a su Creador cósmico. No estoy diciendo que sea una tarea muy placentera: la gente teme mucho a la muerte, y no se alegra mucho al ver a Satanás en el umbral de su puerta. Pero para el judío, cuando llega el Ángel de la Muerte, significa que ha llegado el momento del juicio. Satanás se preocupa por tus acciones morales. Te acerca a Dios, no para traerte luego al Infierno, porque no creemos en él, sino para traerte ante el Juez Supremo para que seas juzgado.


-Abramos, pues, un paréntesis sobre la concepción del Infierno en el judaísmo. Pues hay algo en hebreo llamado "Guehinom", que traducimos como Infierno.


-Sabía que no me ibas a dejar escapar de eso. Pues bien: en la época de la Mishná, que es el comentario de la Biblia editado por Iehuda Hanasí a fines del primero y fines del segundo siglo de nuestra era, se desarrolló una creencia folklórica en un lugar que se llama Guehinom. Bueno, yo te cuento que visito a Guehinom por lo menos una vez por semana, porque tenemos un hermoso palacio del cine en Jerusalem que se llama la Cinematec que está justamente en el epicentro de Guehinom. Es decir que la próxima vez que estés mandando a alguien al Infierno, que sepas que lo estás mandando a ver una película de calidad. Y quiero destacar a mis lectores que Marcelo, con quien charlo cada mes, vive muy cerca del Infierno, de Guehinom.

¿Qué significa Guehinom? Guei significa en arameo "valle". Ben Hinom era el nombre del valle donde los cananeos, antiguos habitantes de la región, solían inmolar a sus hijos, sacrificándolos por el fuego al dios Móloj. Por ende, el lugar comenzó a representar, si se quiere, un infierno simbólico para el judío. Para el judío, sacrificar al hijo es lo peor, como lo vimos con la historia de Abraham y el sacrificio de Isaac, al que finalmente no puede sacrificar porque se da cuenta de lo horrible que es.

-De hecho, con esta historia la Torá decreta el rompimiento con esa práctica pagana de sacrificar a los hijos.


-Sí, aunque también en la Biblia tengamos la historia de Iftaj, el juez, que sí sacrificó a su hija, porque había prometido sacrificar a lo primero que viera al volver de la guerra. Una cosa espantosa. Pero la Biblia da en esta historia una advertencia de no hacer nunca más nada semejante, jurar por un sacrificio.

Entonces, el sacrificio humano representaba para el judío la cumbre del horror. Por eso, el recuerdo de lo que sucedía en Guei Ben Hinom suscitaba la creencia en un Infierno. Pero no es el Infierno cristiano.

Primero, no es dogma. En el judaísmo no hay dogmas, en todo caso la doctrina es que Dios creó Cielo y Tierra, no Cielo e Infierno. En nuestra Biblia, así como en nuestro Talmud, no se habla de lo que pasa en la vida venidera, se le deja eso a Dios. Y si para algunos lectores judíos, y quizás para algunos no judíos, eso es insatisfactorio, les cuento que también para mí es muy racional, porque honestamente, no sabemos lo que pasa después de la muerte.

-Pero la Kabaláh habla de reencarnación…


-Sí, pero también se hablaba de reencarnación mucho antes de la Kabaláh. Pero se dejan los procesos para Dios, lo cual honestamente me parece mucho mejor.

Pero lo que quiero recalcar acá es que Guehinom empezó siendo un sitio histórico en ningún modo relacionado con Satanás. Luego, en la época de la Mishná, la idea del Guehinom se transformó en un semi mito, y algunos judíos, también como creencia folklórica, creían que en la zona del Guehinom estaba la entrada al "Inframundo". Pero el Inframundo no duraba por toda la eternidad. Como máximo, el Inframundo dura 11 meses, un lugar de castigo temporario, nunca eterno. ¿Por qué justo 11? Porque había una creencia de que la carne se pudría en la osamenta después de la muerte durante un año, después del cual sólo hay huesos, y todo el espíritu también se ha evaporado y se ha fusionado con Dios. Repito, eran creencias folklóricas, y no exigían el consentimiento de fe del judío más que el cuento de Blancanieves. El Infierno, en cambio, sí era un dogma del cristianismo de la Edad Media. Para nosotros son leyendas, no dogmas.

Entonces, para nosotros, Satanás no está relacionado con Guehinom, así que saquémoslo ya de las llamas.

-Volviendo a sus apariciones en la Biblia, ¿su debut no fue como la serpiente en la historia del Paraíso?


-Pues no. Hay, es cierto, comentaristas que sostienen que la serpiente era la encarnación de Satanás. Pero aquí yo salgo aquí en defensa de Satanás: eso es puro canto. No hay nada que indique que la serpiente sea Satanás. Al contrario: dado que Satanás aparece como tal en la Biblia...

-... No hay razón para disfrazarlo de serpiente.


-Para nada, muy bien, alumno. Quizás podamos decir que en la época de la décima plaga en Egipto eso ya es Satanás porque luego sí se lo asocia con el Ángel de la Muerte, y de hecho en todo el folklore judío ése es su trabajo. Pero la serpiente nada. Es más: voy a dar una prueba de que la serpiente no tenía ni un pepinillo que ver con Satanás. Porque Dios, cuando castiga a la serpiente, lo hace quitándole las patas y diciéndole que "te arrastrarás en el polvo", que es lo que hace hasta hoy en día. Así que incluso desde un punto de vista teológico –yo prefiero el filosófico- la serpiente no puede ser Satanás. Como dice Rambán, desde un punto de vista filosófico, Dios castiga al hombre, la mujer y la serpiente, y los tres quedan hasta el día de hoy con esos castigos. Y Satanás está dedicándose a otras cosas, no anda por ahí arrastrándose en el polvo. Es el Ángel de la Muerte. Y por favor, ya basta de calumniar a Satanás, que ha tenido tan mala prensa el pobre.

-Muy bien, entonces, ¿qué pasa con tu héroe después?


-Sí, vamos al libro de Job, que para mí es uno de los dos libros más sublimes de la Biblia (el otro es Kohelet, Eclesiastés, del que hablaremos más adelante). En Job, vuelve a aparecer Satanás, en este caso como alguien molesto: como acusador. El libro nos coloca ante el dilema humano acerca de por qué hay cosas malas que ocurren a gente buena. Al leerlo, nos parece que sencillamente Job es un buen tipo, y que Satanás tiene un problema con él. Pero si leemos entre líneas descubrimos algo mucho más interesante. Satanás increpa a Dios. Le dice: ¿por qué quieres tanto a Job? ¿Por qué le diste tanto? Le diste riqueza, buena familia, todo, y este hombre nunca fue probado, no sufrió como Abraham, o como Moisés. Y Usted dice que es un hombre justo. Pero se es hombre justo sólo después de pasar por padecimientos, por ordalías.

Lo que está diciendo Satanás a Dios y también a Job es: hasta que no conozcas el padecimiento, no sabes si eres bueno o no. Podemos estar de acuerdo con Satanás a nivel filosófico: si a uno le va bien, es muy fácil ser bueno; pero si uno sufre, si uno es arrancado de su hogar, cuando uno tiene, como Moisés, que lidiar con un pueblo inmaduro y renuente a su palabra, ahí es donde descubrimos el verdadero carácter de la gente. Job no tuvo que lidiar con nada. Entonces Satanás le dice a Dios: ponle pruebas. Y las pruebas son crueles, no digo lo contrario.

Job pierde su propiedad. Pero Job no es un hombre que da caridad. Es como si Satán increpara a Dios por haberle otorgado una fortuna sin que la comparta con nadie. Tiene una fortuna, es un hombre muy simpático. ¡Seguramente, si yo tuviera un millón de dólares también sería mucho más simpática de lo que soy! No es como Abraham, por ejemplo, que cuando no tiene un duro, sino sólo una parcela de tierra paupérrima, está dispuesto a compartirla con Lot. Job tiene mucho y no lo comparte con nadie. Pierde, pues, su propiedad, a su esposa, a sus hijas. De verdad pasa por un padecimiento cruento. Pero hay que tomar el relato como lo hacen Rambam y Spinoza: como una metáfora simbólica sobre la definición del bien. Se trata de una definición muy activa en el buen sentido de la filosofía judía. El bien no puede ser un concepto: hay que practicarlo en la vida. Y lo que dice Satanás, es que practiques el bien en tu vida. Es decir que Satanás resulta ser todo un filósofo.

-Es la postura de decir que no alcanza con no matar a nadie para ser bueno. Del que dicen: "Sí, no mató a nadie, es un buen muchacho", no es suficiente.


-Exacto. Y por eso a Satanás lo vemos como acusador. Y por ende, no tiene muchos amigos, pues no cosechas muchas amistades si eres fiscal. Y Satanás es el gran fiscal del Cielo. Pero hay algo interesante. En toda la literatura del Talmud vemos a Satanás no con terror, sino con un inmenso respeto. Porque vemos a Satanás como el acusador que en el Día del Juicio Final castiga a los malvados. Yo tomo el concepto del Juicio Final como filosófico, pero ojalá que exista; para gente como Hitler, Milosevich, Pinochet, Stalin, ¡ojalá haya un Día del Juicio y que Satanás les dé con todo!

-Por lo tanto Satanás está del lado de los buenos. En la tradición cristiana Satanás se regodea con el mal, se alegra mucho cuando la gente cae en la tentación. No así el Satanás judío.


-Ese es el punto. Satanás acusa a los malos porque protege a los indefensos. De hecho es Satanás en el Día del Juicio quien juzgará a los tiranos. Por lo tanto es ejecutor de la justicia de Dios, y no su violador. Así todos aquellos jueces que juzgan o intentan juzgar a los tiranos, como el juez español Baltazar Garzón, que intentó juzgar a Pinochet, es un Satanás, en el buen sentido judío, pues quería juzgar a Pinochet por sus crímenes, y castigarlo. Pues bien, así es nuestro Satanás.

Mira, participo mucho en diálogos ecuménicos, donde me da la sensación de que los judíos temen explicar sus diferencias básicas. Lo cierto, creo yo, es que podemos convivir también teniendo diferencias básicas, y es importante que los judíos mismos también las entendamos. Satanás, para nosotros, es como Baltazar Garzón: el buen fiscal que dispensa justicia. No vamos a decir que un juez tenga una personalidad muy suave. Es cierto: no puedes ser muy agradable y ser al mismo tiempo fiscal. Pero imagínate qué mundo caótico y disparatado tendríamos, si no tuviéramos a gente dispuesta a ser fiscales acusadores.

Satanás es solemne, uno no va a ir a tomarse un cafecito con Satanás. El judaísmo folklórico de la época mishnaica lo va a ver como el ángel más majestuoso de todo el coro celestial. Porque, honestamente, todos los demás ángeles tienen trabajitos lindos, inofensivos. Les doy un ejemplo del folklore sefardí, que es mi folklore. Hablamos de un grupito de ángeles que asociamos con ciudades de Andalucía, en el sur de España. Hablamos del ángel Gabriel, que es el ángel de las altas torres y del aire, el que tocará el clarín el día del advenimiento del Mesías. O sea que Gabriel salió con un buen trabajo. Dios lo trató bien, así que la gente lo ama. Obviamente, si Satanás no tuviera más que hacer que volar por los aires, cuidar torres y tocar un clarín, sería el tipo más feliz y más amado del mundo.

Luego tenemos a Rafael. Para la tradición sefardí, Rafael se asocia al agua. Rafael es el ángel de los ríos y los arroyos, entonces la gente ama a Rafael, porque da sustento. Cada vez que llueve y crecen las cosechas, damos gracias a Rafael. ¡Qué lindo sería ser Rafael!, piensa Satanás.

Después tenemos a San Miguel. Mis lectores cristianos saltan ahora diciendo: "Espera, nosotros también tenemos a San Miguel". Pero ya saben que el mismo Jesús era judío y la misma religión surge del judaísmo. Y Miguel aparece primero en el judaísmo como arcángel, que se llama Mijael, batallando dragones y conquistando bestias. Admitamos, su trabajo es un poquito más duro, pero igual sale bien parado. Es un héroe, como San Martín, y por eso lo queremos. Solamente Satanás recibió la parte sucia.

-Tal vez se trata de una cuestión de marketing, de un nombre apropiado para consumo del público: ¿por qué el judaísmo no lo llamó "el Angel de la Justicia", por ejemplo, que combate el mal? Y sin embargo no, se lo toma también, aunque no exactamente como en la tradición cristiana, como algo temible. El folklore judío también va a temer a Satanás como "el diablo". Creo que ha sido víctima de una publicidad mal hecha.


-Lo que sucede es que tú tienes que remontarte a una época anterior, en la que no se veía a la muerte con tanto horror. Se veía a la muerte, no con la división entre Cielo e Infierno, sino más bien como hoy en día la ve el budista, o el indígena maya: como una entrada a otro mundo, a veces una reencarnación, a veces un pasaje a una dimensión donde nos aunamos con el Creador cósmico. La muerte no cargaba con el espanto que empezó a tener en la Edad Media en Europa, en la época gótica. Ahora yo te pregunto, Marcelo, si tú puedes desprenderte del horror de la muerte y ser un poquito más maya y un poquito más budista, y verla como un paso a otra vida. Si lo puedes ver así no hay terror. Si lo ves como el último paso hacia una elección horrible entre Cielo e Infierno para la eternidad, entonces claro que te vas a espantar. Así que velo como Angel de la Muerte, pero de otro tipo de muerte. Sin embargo, admito que le quedaría mejor llamarse Angel de la Justicia. La verdad es que sufrió, Satanás. Incluso en su vida social. El folklore sefardí ve a Miguel, Rafael y Gabriel como una tríada. Satanás no forma parte de ellos, no está integrado al grupo.

-Bueno, Dios lo hizo un poco nerd a nivel social, pero lo habrá compensado por otro lado, ¿no?


-Sí, bueno, quizás no tenía a esos tres como compinches, pero madre mía, qué novia tenía. Dios, de hecho, le regala una vampira, no la vamos a llamar demonia, porque en hebreo shedá significa sombra. Indica un ser que no es ángel ni mortal, sino un ser creado por Dios que prueba el instinto malévolo del ser humano pero que no actúa independientemente de Dios.

-Estamos hablando de nuestra ya vieja amiga Lilit…


-Sí, de la famosa vampira alta y guapa, primera esposa de Adán…

-Pero momento: ¡esa sí que era mala!


-No, lo dices porque está muy fuerte y nunca te la pudiste levantar, así que vamos a dejarlo ahí.

-…

-De acuerdo con el folklore judío, alrededor del siglo VI dec., en Babilonia y luego llegando a Sefarad, España, alrededor del siglo IX y luego pasando a Ashkenaz en el siglo XII, descubrimos que Lilit y Satanás son pareja. O sea: ¡que se joroben Gabriel, Rafael y Miguel! Quedan como los Tres Chiflados de los que en una época quería ser parte, y luego quedaron haciendo monos y él se quedó con la muchacha.

Pues bien, Lilit, para aquellos que no leyeron nuestro capítulo sobre ella, era la primera esposa de Adán, que es expulsada del Jardín del Edén por insubordinación. De acuerdo con el folklore judío, fue sorprendida haciendo el amor con la Sombra –demonio, dice el cristianismo- Ashmedai. Aquí tenemos un problema, porque Ashmedai es considerado como una de las manifestaciones de Satanás. Ashmedai significa destrucción. Viene de la raíz hebraica lehashmid, exterminar. Y es cierto que es una de sus facetas, porque así como trae la vida eterna, también trae la muerte. Satanás tiene un aspecto destructor y creador, como el dios hindú Shiva, que es fuego purificador y arrasador. En su aspecto destructor, Satanás estaba echándose con Lilit, y cuando Adán echa a Lilit, ésta y Satanás pasan a ser pareja. Y ahí vemos que en el folklore judío, Satanás pasa por varias evoluciones. A veces es Ashmedai, otras sigue llamándose Satanás, y a veces suele ser otro ser llamado Samael. Como mis lectores hombres se divirtieron con Lilit, ahora hablo para mis lectoras. Samael es la versión masculina de Lilit. Es Satanás en su aspecto seductor.

-¡Chipendales!


-¡Oh, Chipendales no llega ni al tobillo de Samael! Chicas, búsquen a Samael, y si lo encuentran avísenme. Como Lilit, es alto, pero tiene tez morena y, cómo no, ojos verdes. ¿Por qué siempre ojos verdes? Porque éstosse asocian de alguno u otro modo, con el inframundo y la magia. A veces es pelirrojo, como el rey David; a veces otra vez moreno, pero siempre muy seductor, con poderes hipnóticos. Hipnotiza especialmente a las mujeres, las cuales se dejan felices hipnotizar por él.

Que Satanás tenga un aspecto sexual no nos tiene que sorprender para nada. Pues todas las "sombras" en el judaísmo tienen aspecto sexual. Lo que hay que recordar es que Dios está aprovechándose de Satanás y de Lilit juntos, para probar las virtudes del pueblo. De modo tal que, incluso en el folklore popular más colorido, Satanás, ya sea en su forma de Ashmedai o de Samael, no actúa, no sólo sin el consentimiento de Dios: actúa sólamente bajo sus órdenes. O sea, que si quieres culpar a alguien en este escenario, culpa al Todopoderoso: Satanás es inocente.

Bibliografía

Tomado de Hagshama E-zine