Ramses II y Nabucodonosor, dos modelos de enemigo para los tiempos modernos

Las clases de Sharona

Por Sharona Fredericko
Aprendió y editó: Marcelo Kisilevski

A un mes del atentado en el Dolfinarium de Tel Aviv, en el que murieron más de 20 adolescentes cuyo único "crimen" fue querer seguir sus vidas normales a pesar de la crisis, nosotros hacemos lo mismo. Seguimos estudiando la historia y los textos judaicos, que nos dan más de una lección para transitar el presente.


-Sharona, ¿qué te dio por hablar de un tema como el de Ramsés II, el faraón de Egipto, y Nabucodonosor, emperador de Babilonia, justo un día como hoy, 3 de junio del 2001, en que estamos lamentando el peor atentado terrorista de la Intifada de Al Aqsa, el del Dolfinarium en Tel Aviv, ocurrido hace dos días?


-Sí, estamos lamentando 20 muertos, tal vez más, y sería mucho más lógico que hablemos del terrorismo. Pero hay un problema: si tuviéramos que hablar de ese tema cada vez que hay un atentado, no podríamos hablar de nada más. El objetivo del terrorismo, precisamente, es acabar con el flujo normal de tu vida, por eso hacemos hincapié en seguir con lo nuestro. No obstante, lo nuestro, en este momento, está hiper relacionado con todo lo que nos rodea, incluyendo este horrible atentado.


-Y de todos modos, a pesar de que la vida continúa y las Clases de Sharona también, ¿por qué la necesidad de irnos al antiguo Egipto y a Babilonia?


-Porque anoche me quedé pensando en un ex enemigo del pueblo de Israel, que se convirtió en un caballero y que intentó cambiar la historia del Medio Oriente, que fue Anwar El Sadat. Sadat, como Nasser, había declarado una guerra contra Israel, y las razones fueron complejas, pero lo hizo. Sin embargo, después supo hacer la paz y superar los errores del pasado, que me parece una grandeza incomparable, porque ningún líder anterior a Sadat tuvo esta fuerza, ni siquiera de nuestro lado. Los israelíes, que lo conocieron como hombre de guerra, pudieron ver su cambio, porque yo ya lo conocí como el buen hombre que bromeaba como Menajem Beguin. Y recuerdo a un hombre que sacó una foto de su hijo muerto en la Guerra de Iom Kipur en 1973, y que dijo: "Sadat viene a Israel y yo no lo quiero matar. Y si yo no lo quiero matar, nadie lo quiere matar. Que venga en paz". Y recuerdo las escenas de cómo los israelíes bailaron y rieron en la calle cuando vino Sadat. Y entonces me quedé con la imagen de alguien que nació y vivió "del otro lado", pero que llegó a la conclusión de que el bien común superaba todas las consideraciones particulares.

Por eso quiero aquí tocar la idea de un enemigo a quien se puede respetar, frente a la de un enemigo salvaje, alguien que te parece demente. Y aquí sí puedo relacionarlo con el atentado del viernes en Tel Aviv. Como mujer socialdemócrata, sigo comprendiendo al pueblo palestino, sin aprobar el accionar de ciertos grupos, cuyas acciones terroristas siempre fueron totalmente injustificables.

Pero para la persona que es más de la izquierda, y es algo que la izquierda tiene que analizar en este momento, nos viene a la mente la imagen de un demente salvaje con quien no se puede hacer la paz. Hemos escuchado por ejemplo a Ofir Pines, del Partido Laborista, que dijo que en una época él sí se sentaba a hablar con Maruán Bargutti (jefe de la milicia Tanzim) y que ahora no puede.


-Sí, bueno, a Bargutti en Meretz lo consideraban "la" voz moderada palestina, al punto que lo he visto en una convención de Meretz de Jerusalem, charlando mano a mano con Iosi Sarid. Fue en Beit Shmuel, la sede del movimiento religioso reformista.


-Ya ves. El hecho es que había cierta ingenuidad entre muchos de la izquierda que pensaban que los palestinos habían superado un estado muy primitivo de organización social, así como entre la derecha, que siguen diciendo que tenemos que ignorar el problema. Es obvio que el problema no se puede ignorar, pero es obvio también –y siempre fue obvio, desde el principio del gran terrorismo de los años '70- que los métodos que usan los palestinos no son los correctos. Y si bien hubo ejemplos de terrorismo en el pueblo judío, y los condeno totalmente, me falta escuchar en este momento la misma condena contundente de hechos asquerosos por parte del otro lado.


-Pues bien, ¿qué dice todo esto acerca de nuestro tema de hoy?


-Se trata de los dos enemigos protagónicos, en la Biblia, de la historia del pueblo judío, el faraón Ramsés II de Egipto, y Nabucodonosor, el emperador de Babilonia.


-Hay una pequeña colección de enemigos de los hebreos en la Biblia. ¿Por qué justo a ellos los marcás como centrales?


-Porque son a los que la Biblia detalla como personajes, como grandes personalidades, que tienen tanto colorido que han interesado a los filósofos judíos tanto como nuestros héroes. Es más, hay tanta filosofía escrita sobre el personaje de Ramsés II, como hay escrita sobre Moisés, en medidas que algunos ultraortodoxos calificarían de alarmantes. Ramsés II figura también en el misticismo judío. Cuando se habla, por ejemplo, de la división del alma humana en tres, habla de Rúaj, Néfesh y Neshamá. Rúaj sería el impulso de mover, de hacer. Néfesh sería el espíritu más enaltecido, y Neshamá es el grado más alto del alma. Ramsés se identifica con Rúaj, con el hacer y el dinamismo. El problema de Ramsés era que no tenía suficiente Néfesh, que se identifica con Aharón y Myriam, ni Neshamá, que se identifica obviamente con Moisés, para dirigirlo. Pero es interesante, porque significa que la Biblia reconoce en Ramsés II una fuerza creativa de energía inmensa, una fuerza quizás mal encauzada. O, mejor dicho, encauzada hacia otros fines, porque la verdad es que Ramsés se comportó como cualquier otro faraón de Egipto lo hubiera hecho. Es más, al final cambió y se arrepintió, dejando salir a los esclavos, para después, como volviendo al cumplimiento de sus deberes, perseguirlos.


-¿Y Nabucodonosor?


-A Nabucodonosor lo separan unos 800 años de Ramsés. A éste lo ubicamos alrededor del 1280 aec., y a Nabucodonosor en el 587 aec. Los separan cerca de un milenio, pero hay que recalcar que en aquel tiempo los imperios se conocían. El imperio babilónico y el egipcio eran rivales, el egipcio obviamente era anterior. Nabucodonosor debía conocer bien al personaje de Ramsés II, pero si bien se retrata al faraón con mucha dignidad, a Nabucodonosor, el rey de Babilonia que destruyó el Primer Templo, se lo trata como un demente.


-¿Por qué esa diferencia?


-Por esa diferencia es que elegimos el tema hoy, el día después del atentado más terrible de esta Intifada de Al Aqsa. Con Ramsés II hay un diálogo constante, si bien es un diálogo frustrante, porque él obviamente va a contestar desde su punto de vista. Pero Moisés dialoga con él. No solamente eso, sino que Moisés hace todo lo posible por evitar llegar a la décima plaga para dejar a Ramsés salir con el honor intacto y con el menor grado de daño para su pueblo. Esto nos hace saber que Moisés no ve en Ramsés un demonio. Pero Nabucodonosor es todo lo contrario. Primero que cuando Nabucodonosor se presenta por primera vez, en el libro de Jeremías, se presenta como un lunático que ocupa un sitio de poder, y no como alguien que está cumpliendo con su deber estatal.

Es más, en el libro de Exodo se nos hace saber más de una vez que "Dios endureció el corazón del Faraón". Eso nos hace pensar que Ramsés mismo no tuvo la libre elección para responder a lo que quería Moisés, sino que era Dios el que dirigía los pasos de Ramsés, y fue Dios, por un motivo oculto a nosotros, puesto que Dios trabaja por caminos que no podemos comprender, quería que se endureciera su corazón. Es como si la Biblia estuviera dando un justificativo para el comportamiento de Ramsés, porque al fin y al cabo es un faraón y lo respetamos. Y hasta cuando Dios manda matar a sus tropas en el Mar Rojo, a Ramsés lo salva. Pero Nabucodonosor no tiene la dignidad de Ramsés.

Por ejemplo, la primera vez que Moisés se enfrenta con Ramsés en la Biblia, se le permite la entrada al palacio, y Ramsés muy cortesmente le pide nombre y dirección de su dios para buscarlo en los libros de sabiduría de los egipcios. De hecho es una respuesta muy civilizada, más tratándose de alguien que viene vestido como un mendigo. Pero a ese pordiosero Ramsés lo recibe, le da todo el honor. Y Moisés le dice que viene a nombre de Yahve. Para mis lectores, el nombre de Yahve se refiere a esa deidad un poquito vengativa que nos guió en el desierto, porque hay varias concepciones de Dios que conviven en la Torá, de acuerdo a los varios nombres utilizados. Lo cierto es que Ramsés le dice: "Muy bien, déjame buscar". Y la Biblia nos da un dato fantástico: no manda a sus sabios a buscar. ¡Lo hace él mismo! Tratándose de un faraón, indudablemente significa que sí está tomando en serio a Moisés. Ramsés es politeísta, cree en varios dioses, y obviamente no va a acceder al pedido de Moisés con ganas y felicidad. Es faraón de un reino, y obviamente tiene que velar por los intereses de ese reino. Pero escucha al otro lado.

Lo estoy señalando, porque luego del diálogo, cuando hay crisis, los palestinos han dejado de escuchar. Es triste para ellos porque con ello sólo han retrasado la creación de su estado, que tenían al alcance de la mano: es como si luego de que Moisés y Ramsés II hablaban, cuando ya llegaban a las conclusiones del diálogo, el otro lado dejara de escuchar. Y no tengo problema en que los palestinos se vean como Ramsés. De lo que estoy hablando es del diálogo como modo de liderazgo y negociación frente al estilo de patear el tablero. Si se quieren ver al revés, muy bien: es como si Moisés (los palestinos), cuando el Faraón (digamos Barak) decide dejar salir a su pueblo (crear el estado palestino, y con Jerusalem como su capital) después de la décima plaga, les aplicara una undécima, sólo porque, digamos, el faraón no hubiera aceptado que los hebreos salieran con el doble de oro con que lo hicieron.

Pero volviendo a Ramsés, él nunca deja de escuchar. No comprende, pero no deja de escuchar. No comprende porque no puede comprender, porque viene de un contexto de dioses que para su época ya llevan más de mil años anotados y catalogados. Egipto como reino ya existía 1.500 años antes que subiera Ramsés II al trono. Entonces muy bien, busco a tu dios y no lo encuentro, ¿cómo me puedes decir que vienes en nombre de un dios que, de existir, estaría aquí anotado? Está aturdido. Dice: me pide usted algo a nombre de un dios que de acuerdo con mis libros no existe. ¿Tal vez está burlándose de mí? Y vemos que la médula de incomprensión reside en, yo diría, en la incapacidad de Ramsés de incorporar un conocimiento que está más allá de los límites de su contexto. ¡Pero lo intenta!


-Recordemos un poco la historia. Moisés entra a palacio y pide al faraón dejar salir a su pueblo para honrar a su Dios en el desierto.


-Sí, entonces Ramsés le pregunta en dónde puedo encontrar a tu dios, y cuando el faraón se niega a conceder el pedido, y luego de una contienda con sus magos, en el que el bastón de Moisés, convertido en serpiente, se come a las serpientes de aquellos, Moisés convierte el río en sangre. Esa es la primera plaga que azota a Egipto, y luego vendrán nueve más.

Pero fíjate que se da un diálogo incluso fraternal entre los dos líderes, que es totalmente entendible, porque Moisés fue criado como príncipe en Egipto, de modo que Ramsés habría sido su hermano adoptivo. Y es obvio que los primeros cuarenta años de Moisés, sobre los cuales hay un silencio total, hubieran incluido un vínculo absolutamente estrecho con Ramsés.


-¿Y por qué no está escrito que se conocen?


-Es que tampoco está escrito lo contrario. Es más, la Biblia te insinúa que sí se conocen. Y más todavía: no existe otra explicación por la cual Ramsés le perdona la vida a esta mosca molesta que viene a su palacio trayéndole cada vez una plaga más terrible. ¿Por qué Ramsés no lo degüella y listo? Al fin y al cabo ese es el talón de Aquiles de Ramsés. Este viejo molesto, barbudo y sucio, que viene disfrazado de refugiado de Woodstock, que habla con arbustos ardientes... Al fin y al cabo este viejo molesto es mi hermano. No cabe otra explicación psicológica para el comportamiento de Ramsés. Es increíble que después de cada plaga, cuando Ramsés ya tiene pruebas fehacientes de que Moisés está haciendo daño al pueblo egipcio, no lo mate. Y fíjate que después de la décima plaga, en la que muere el primogénito en cada casa egipcia, incluyendo al hijo de Ramsés, aun entonces, éste no mata a Moisés. ¿Y por qué? Incluso en términos bíblicos estaría justificado que lo matara, ¿no?


-Según la ley del talión, dictada en la Torá y que pervive hoy en tribus beduinas.


-Sí, y también según la ley egipcia de entonces. Pero no te olvides que Moisés le había rogado a Ramsés que no lo dejara llegar a la décima plaga, que sería tan horrible que no se podría describir. Moisés le ruega con cada visita que no lo empuje hasta el final. Tenemos un diálogo entre dos seres que tienen dos concepciones de vida distintas. Y no estoy obviamente abogando por la de Ramsés, de esclavitud y poder. Pero estoy diciendo que así fue criado Ramsés, y dentro de sus parámetros, su comportamiento con su archienemigo Moisés es inexplicablemente humano: debería matarlo y no lo hace.

En la décima plaga muere el hijo de Ramsés, de acuerdo con los midrashim (leyendas talmúdicas) judíos. Y según esos mismos midrashim Ramsés tuvo un miedo infernal, porque él mismo era primogénito. Entonces deja al pueblo salir.


- Ahora ya podés explicar por qué ves aquí a Sadat y no a Arafat.


-Sí, incluso físicamente Sadat me parece una figura de estatura faraónica. Aquí tenemos a un ser con dignidad. Arafat no, porque no se comporta con dignidad dentro de sus propios parámetros. Ramsés sí. Tiene parámetros que no son los nuestros, pero dentro de los suyos intenta actuar de acuerdo con un código de honor, que no es el nuestro y tampoco lo alabo. Pero Arafat no tiene código de honor. Y uso la palabra honor en un sentido que Arafat entendería, honor en el sentido mesoriental, de dar la palabra. Y Arafat no la da, o la da y la viola una y otra vez. Anwar Sadat actuó dentro de su código de honor, y nos hizo la guerra desde sus propios parámetros aprendidos, hasta que decidió hacer la paz. Pero nunca fue un salvaje, nunca maltrató a los prisioneros de guerra israelíes de la Guerra de Iom Kipur. Los sirios, por ejemplo, sí los maltrataron. Los que estuvieron en Egipto volvieron contando del buen trato que recibieron en Egipto, en comparación con el horrendo trato recibido por los que estuvieron en Siria. Pongo aquí a Siria para subrayar la no homogeneidad del mundo árabe, y mi mensaje de hoy: no ver al enemigo como cortados todos del mismo palo.

Pues bien, muchos filósofos se preguntaron por qué Dios decide dejar con vida a Ramsés. ¿No hubiera sido más lógico hacerlo hundirse también en el Mar Rojo con todas sus tropas, cuando se arrepintió de su decisión de dejarlos salir y empezó a perseguirlos? Y todos los filósofos y exégetas, como Rambam, Rambán y Rashi, contestan que Dios salvó a Ramsés por un motivo particular: por ser capaz de comprender la verdad de Dios, y aun más: por predicar la verdad de Dios. ¿Y cuáles son los indicios para esa afirmación? Son dos: Ramsés nunca ordenó el asesinato de los hijos de Israel. El que lo hizo había sido su padre, Seti I, que era un desgraciado. Pero Ramsés no mata a los primogénitos de los hebreos. Son sus esclavos y tienen que hacer lo que se les ordene, pero Ramsés no es masacrador.

Los filósofos judíos remarcan un hecho muy interesante. Cuando los hebreos estaban por cruzar el Mar Rojo sabemos que no estaban muy dichosos con la idea, y lo critican a Moisés: mire usted, hijo de mala madre, adónde nos ha traído; nos volvemos a Egipto. No es que hubieran tenido la buena vida allí, Ramsés podía ser también muy mezquino, como cuando les pidió que construyeran la misma cantidad de ladrillos sin paja. Pero si al final de cuentas los hebreos añoran volver a Egipto, perdónenme, pero Ramsés no es Hitler. Ningún judío volvió a añorar la Alemania nazi. Yo abomino la esclavitud, pero pensado en perspectiva de la época, la esclavitud era algo que existía, y los hebreos luego los van a practicar también. Para el que duda, que lea en el Levítico las leyes que gobiernan el comportamiento del dueño judío frente a sus esclavos.

-Agregando que se trataba de leyes muy avanzadas para su época, por precisamente moderar el maltrato característico de la esclavitud.


-Sí, pero los sabios coinciden en que el trato dado por Ramsés a los suyos también fue bastante humano, si no, no hubiera habido una añoranza por el regreso. Al punto tal que, según los midrashim, Dios le va a otorgar una casi inmortalidad, y vive casi mil años más, y cuando llega el profeta Jonás para profetizar y regañar a la población de Nínive por su corrupción, ¿quién sale al encuentro de Jonás? ¡Ramsés! Y Jonás se aturde, y le dice: perdone, pero según mis cálculos usted debería tener más de 900 años, qué bien que se conserva. Y Ramsés le responde: "Dios me eligió para dar testimonio de su grandeza", y luego le ofrece su ayuda para predicar entre los pobladores de Nínive. Es increíble, un cambio total.

El hecho de que la filosofía judía viera en Ramsés esa posibilidad nos dice claramente que como enemigo es un enemigo a quien se puede respetar y con quien se puede dialogar. Llevado a la actualidad, Arafat no ha demostrado ser un enemigo con el que se pueda dialogar, y lo digo claramente a nuestros primos. Porque esta vez estamos ante un Israel que negocia y un lado palestino negándose al diálogo. Si alguno de los lectores quiere una fuente para la leyenda que acabo de citar, lean "Un tesoro de folklore judío", escrito por Natán Alzubel, que reúne un montón de midrashim clásicos judíos.

-Muy bien. Pasemos a Nabucodonosor.


-Sí. Nabu es más onda Saddam. O como un suicida que se hace volar en pedazos en la puerta de una discoteca. Es del tipo: yo mato porque me encanta matar, porque me gusta el deleite de la masacre, ver cadáveres y pedazos de cuerpos destrozados esparcidos por doquier. Hablo con morbo porque quiero que mis lectores entiendan que si leen el libro de Jeremías, en sus Lamentaciones, cuando lean la descripción de Jerusalem destrozada, no estarán leyendo una descripción del cautiverio en Egipto, que es feo, que no nos gusta, pero no es la pesadilla de Nabucodonosor en Jerusalem.

En el 586 aec., Nabucodonosor lleva a sus ejércitos a Jerusalem con una meta: destrozar y matar. Mira, Marcelo, si su meta hubiera sido conquistar y no destrozar, creo que su retrato en la Biblia habría sido igual al deRamsés: enemigo, incluso intrigante, pero respetable. La Biblia no tiene la tendencia de deshumanizar al enemigo, todo lo contrario, muestra muchísima comprensión. Con Nabucodonosor no se puede mostrar comprensión, porque es un loco. Jeremías nos describe un hombre estilo hombre lobo: sediento de sangre, que goza con la destrucción física, goza matando a una viuda, convirtiendo a niños en huérfanos.

¿Qué significa su nombre? Nabu Ku Duri Utzur. Nabu: nombre de una de las deidades más poderosas del panteón babilónico, el dios omnipotente. Ku: frontera. Duri: mía. Utzur: proteger. Es decir: "Que Dios proteja mi frontera". El chiste es que si vivías en la época de Nabu Ku Duri Utzur, eras tú el que debía rezar para que Dios protegiera tu frontera.

El quería ampliar las fronteras de su imperio. No tiene nada de malo, sabemos que Ramsés también conquistó muchas tierras, pero nunca se portó con la población autóctona como Nabucodonosor. El es Solís, es Hernán Cortez, un conquistador depravado que tiene deleite sicótico con la muerte ajena. Y por eso el retrato de Nabucodonosor es peor que el retrato de Senakerib de los asirios, el enemigo sediento de ampliar sus fronteras destruyendo el reino de Israel. Pero ni siquiera él es pintado con tantos colores de horror como Nabucodonosor. Es más: en los midrashim Nabucodonosor aparece como un demente. Lo describen como un hombre con mirada enloquecida, demente. Eso no sale de la nada, la memoria colectiva se transmite, y hay razones para describirlo así, sobre todo cuando a Ramsés el mismo folklore popular lo describe distinto, incluso como guapo, con mirada fuerte, sí, pero no demente. Nabucodonosor tiene el pelo largo y desgreñado. Es decir que no se preocupa por su apariencia; uñas muy largas –este tipo ya parece Drácula- y en la Biblia leemos que como castigo final lo condena a la demencia, llamémosla, clínica. Acaba yéndose al bosque, vive como un animal, cubre su cuerpo de lodo, come animales y los animales lo intentan comer a él. Es decir, una imagen de humillación, la de un hombre con la mente extraviada. Fíjense qué diferencia con el final de Ramsés, al que se le otorgó la posibilidad de seguir reinando en Egipto y se le dio larga vida. Nabucodonosor es el enemigo total con el que se enfrenta Jeremías, y con él no va a haber diálogo. Moisés sí dialoga con Ramsés. Para bien o para mal, pero los diálogos entre Moisés y el Faraón son la parte más interesante de la historia del Exodo.

-¿Estás insinuando que Arafat es Nabucodonosor y que no se puede dialogar con él?


-Arafat no es Nabucodonosor, pero está dejando espacios de poder a gente que sí actúa como él. Los supuestos mártires del Jihad, de la "guerra santa", que cultivan el amor a la muerte, y no amor a la vida, tienen la misma demencia que Nabucodonosor. Y no quieren mejorar el horrible estado de su pueblo en Gaza o Cisjordania. Y no, no se puede negociar con el Hamás o el Jihad Islámico. El problema con Arafat es que piensa que se puede jugar con Nabucodonosor y no quemarse. Creo que en este momento se debe sentir bastante amenazado por las huestes de Nabucodonosor que él liberó. Me refiero a la liberación de más de 800 presos del Hamás y el Jihad Islámico que estaban en cárceles palestinas. Tenerlos presos era algo bueno para la Autonomía Palestina, porque así mostraba que ésta iba a tener otra cara. Pero durante el primer mes de la Intifada de Al Aqsa Arafat decidió liberar a esa gente, que tiene el mismo deleite por el descuartizamiento que tenía Nabucodonosor. Arafat pensó que podría controlarlos. No los puede controlar. Capaz que tampoco los quiere controlar, y por eso Arafat, hoy en día se dibuja en la mente colectiva nuestra, la del pueblo judío, como un Nabucodonosor, y no como un Ramsés.

Por eso vuelvo a lo que pasó con Sadat. Mira, Sadat era un enemigo, como Ramsés, pero cuando vino a Israel, recuerda cómo la gente lo amaba, cómo lo abrazaron Beguin y Moshé Dayán, y la gente bailaba en las calles. Eso no pasó jamás con Arafat. Sadat y el rey Hussein de Jordania pasaron a la historia como modernos Ramsés. Y si hay algún lector que piensa que me he vuelto aficionada a Ramsés, olvídenlo: yo hubiera estado junto a Moisés luchando contra Ramsés. Pero no hay que dibujar a todos los enemigos del mismo modo, y la Biblia no lo hace.

El tema me parece candente por la pregunta acerca de con quién podemos dialogar y con quién no, y qué clase de enemigo, quién es ese "otro" que tenemos enfrente. Y que no se me malentienda. Sí estoy a favor de la paz y siempre lo voy a estar. Pero me parece muy triste el hecho de que hoy en día sean los palestinos los que lo están demorando.

Aquí hay que entender algo con respecto a la política global. Cuando te comportas como Ramsés, como un oponente digno, también la comunidad internacional se vuelve a tu favor, al haberte mostrado capaz de cambio. Eso significa que eres capaz de tener una visión mejor para tu país y eso atrae inversión y todos los recursos necesarios para construir una infraestructura. O sea: dejas el trono de Egipto, te vas a Nínive y ayudas a Jonás. Pero pareciera ser que Arafat quisiera quedarse con las bestias del campo: no está mostrándose capaz de reconocer otra verdad, está atascado en la época de Nasser, no en la de Sadat. Así como Seti I era peor que su hijo Ramsés II, Arafat se quedó trabado en la época de Seti I, es decir de Nasser, y sale con los mismos lemas de guerrillero que no sirven para construir un estado. Si quieres construir un estado, bueno, pues debes pasar a Nínive. Este cambio no lo quiere hacer, y me parece trágico para todos los palestinos, pero es también muy trágico para nosotros.

Pero si hay algo que pido a mis lectores, tanto judíos como no judíos, es recordar en este momento la hermosa lectura de los textos judaicos, que nos enseñan a no ver a todos del mismo modo. Aun si en este momento toda la educación palestina está endemoniando al judío, pido a mis lectores judíos que no hagan lo mismo para con ellos. Esa es la superioridad moral y filosófica que es la luz del judaísmo.

Bibliografía

Tomado de Hagshama E-zine