Wagner: Si o No

Sergio Berlioz *

La ambigua posición que hoy en día somete a la vida y obra del compositor alemán Richard Wagner (1813-1883) por parte de una gran mayoría de las comunidades judías, tanto de la diáspora como en el Estado de Israel, necesita una urgente revisión ya que, como lo demostraremos en el siguiente ensayo, no es su música sino un libro el que lo coloca como un antisemita oportunista. Ahora bien, si Wagner fue enemigo declarado de los judíos, su producción musical lo coloca independientemente de sus fobias, como uno de los creadores más importantes del arte sonoro. ¿Podremos vivir y convivir con una apreciación dual, apreciando la obra y odiando al hombre? En el caso de muchos personajes esto es imposible, pero en Wagner se torna fundamental.

Todo empezó...en la niñez

La misma paternidad de Wagner ya trae patente el rechazo a la milenaria cultura hebrea, ya que muchos elementos indican que el verdadero padre del autor de El Anillo de los Nibelungos es el actor y pintor judío Ludwig Geyer, quien siempre estuvo muy ligado a la familia Wagner. El padre oficial del músico fue Friedrich Wagner, archivero profundamente enamorado del teatro, el cual murió cuando el compositor tenía sólo unos meses de haber nacido, en el verano de 1813.

Nueve meses después de la muerte de Friedrich Wagner, Ludwig Geyer contrae matrimonio con Johanne, la madre del compositor y seis meses más tarde nace una niña, Cäcilie. Es a esta hermana a quien le confiará, del mismo modo que en su autobiografía años más adelante, las dudas en torno a las relaciones entre Geyer y su madre cuando Friedrich Wagner todavía vivía. En 1878 comparó las semejanzas de su hijo Siegfried con Geyer, a lo que contestó su segunda esposa, Cósima: "Seguramente Geyer fue tu padre". "No lo creo", replicó Wagner. "Pero, ¿qué me dices del parecido?". "Mi madre ya lo amaba", concluyó Wagner, respuesta esquiva que dejaba entrever sus dudas, las cuales ya hacía mucho tiempo que compartía el filósofo Friedrich Nietzche, al principio amigo y admirador del músico y después su encarnizado enemigo, que comentó en su oportunidad: "El padre de Wagner fue un actor llamado Geyer". -Y más adelante concluye: "Un 'Geyer' es cualquier cosa menos un 'Adler'." Geyer significa buitre y tiene connotaciones judías y Adler se traduce en águila, lo que encamina las insinuaciones de Nietzche a señalar que Wagner, profundamente antisemita es, en realidad, medio judío.

Un dato más a este rompecabezas: Wagner llevó, hasta cerca de los veinte años de edad el apellido de su padrastro, por lo que al indagar sobre sus primeros años habría que buscarle no como Richard Wagner sino como Richard Geyer. Sus futuros biógrafos y epílogos tratarán, y muchas veces lograrán, borrar estas molestas dudas. (1)

El Joven Wagner y Sus Benefactores Judíos Wagner llega a París en 1840 en búsqueda de oportunidades, enfrentándose a la "Gran Opera" de los compositores franceses Hálevy y Meyerbeer, ambos judíos. Meyerbeer alerta especialmente al prometedor muchacho, relacionándolo y prestándole dinero que no tarda en despilfarrar e incluso lo pone al borde de morirse de hambre. Wagner jamás agradecerá la ayuda de Meyerbeer ni le devolverá su dinero. Seis años más tarde, Wagner le escribe al autor de El Profeta con estas sarcásticas palabras: "Me complace sentirme deudor de usted", firmando "Vuestro eterno deudor, Richar Wagner". (2)

El estudioso inglés W.H. Hadow, en su biografía del músico alemán nos hace un fuerte comentario en torno a su relación con Meyerbeer (y con cuanto ser humano se encontraba con él), afirmando que "era de la raza de aquéllos para quienes la persecución es complemento y culminación necesaria de la conversión.

Quien no estaba a su favor estaba en su contra y a estos últimos no daba cuartel. Así, Meyerbeer, que en 1839 era el renombrado autor de Robert El Diablo y Les Huguenots, se convirtió en 1853 en un 'vil banquero judío' que tuvo la ocurrencia de meterse a escribir óperas; el protector a quien debía la primera certidumbre de progreso vino a ser el blanco de inventivas a su raza. Pero de haberse expresado en tonos menos agrios, Wagner hubiera dejado de ser Wagner". (3)

Das Judentum In Der Musik

Este y otros incidentes con sus contemporáneos judíos, Mendelssohn, Mesheles, Hálevy, Heine -este último converso como Mendelssohn y promotor de la idea de que Wagner trabajara en la leyenda del holandés errante como ópera, hecho que se llevó a cabo entre 1840 y 1841- sumando a fobias de carácter personal, la paulatina y creciente aversión de la población alemana a todo lo relacionado con el judaísmo a medida que aumentaba el orgullo nacionalsocialista rumbo al pangermanismo y su rechazo a toda cultura "extranjera", se conjugó y tomó forma en el ensayo de Wagner Des judentum in de Musik (La Música y los Judíos) cuya primera versión, publicada en septiembre de 1850 en la Neue Zeitschrigt de Brendel, aparece firmada con el seudónimo K . Freygedank, conociéndose una segunda versión (corregida y aumentada, diríamos hoy en día) cuyo aumento no sólo incluye páginas sino la acritud con las que Wagner, esta vez firmando el libro con su nombre, acomete la tarea de "desenmascarar" el papel del judío, la cultura y la música europea. Esta segunda edición, publicada en noviembre de 1869, es el punto poco conocido pero fundamental por el que debemos calificara Wagner como "autor antisemita" y no por su música. Este libro, sin traducción al castellano, uno de los eslabones de un pangermanismo que llevará décadas más tarde al nazismo, tendrá numerosas reediciones a lo largo de la segunda mitad del siglo pasado, desapareciendo hasta su total mutismo al término de la Segunda Guerra Mundial, ¿por qué será?

El libro

Hadow, en su biografía ya citada comenta el contenido del libro: "Los judíos, afirmaba, no son una nación sino un hacinamiento de parásitos y pequeños burgueses que se han esparcido por Europa con astucia y artimaña, y que están estrangulando rápidamente una civilización a la que no contribuyen en nada real. El judío "inspira repulsión involuntaria"; "tiene un Dios de su propiedad particular" (!Y esto lo decía Wagner!); "es, por naturaleza, incapaz de mostrarse artísticamente ante los demás a través de su apariencia o su lenguaje y, menos que nada, a través de su canto". Los judíos no han producido ningún verdadero poeta. Heine, al que contrasta con Goethe y Schiller, "fue empujado por el espíritu de negación a través de todas las ilusiones del desencanto moderno, hasta que de mentira en mentira dio en poeta". A Mendelssohn lo trata con respeto por la persona "músico de ascendencia judía a quien la naturaleza había concedido dotes musicales que pocos han tenido antes de él". Pero el arte de Mendelssohn es un arte estéril que puede dar flores mas no frutos. El más bajo de todos es Meyerbeer, "famosos tonadillero judío" que no tiene estilo ni sustancia propios, sino que se ha abierto paso por medio de laboriosa publicidad, y por diestra manipulación de ideas ajenas. En la edición de 1869 el tono se vuelve más ríspido e hiriente -concluye Hadow- (ya que) Meyerbeer se convierte en un "vil banquero judío que tuvo la ocurrencia de meterse a escribir ópera". (4)

La "Influencia" Judía

En este libro no se salvan ni los no judíos, como es el caso del compositor Herbert Schumann y su esposa Clara: "Mirad a los hermanos Schumann"- dice Wagner-"cuando empezó era un genuino campeón del arte alemán. Más tarde, bajo el influjo judío, Schumann degeneró hasta la insignificancia''.(5) Para Wagner, el judaísmo no sólo "infecta" a los judíos, sino a quienes tiene a su lado. Con este último párrafo Wagner provoca una profunda división de fuerzas no sólo de la música sino del arte alemán, el cual durará décadas. La gente cercana a Schumann, en especial Joachim y Brahms, el primero efectivamente judío y el segundo muy "discutido" por sus ambiguos rasgos teutones y semitas (obsesión de muchos teóricos y biógrafos en aquellos años), cerrarán un camino de mutua camaradería, formándose dos partidos antagónicos: los seguidores de Wagner y los de Brahms, provocando profundas consecuencias, muchas de ellas estériles en el desarrollo de la música alemana por la dispersión de las dos fuerzas más importantes con las que se contaba en ese momento.

Cabe señalar, finalmente, que Wagner (oportunista y contradictorio como nadie) no tuvo miedo a ser "infectado" por colaboradores judíos, si con ello lograba su propósito. De los tres grandes directores que estrenaron completo El Anillo de los Nibelungos en Bayreuth en agosto de 1876, sólo Hans Richter era "alemán puro", mientras que Hermann Levi y Félix Mottl representaban esa excepción reiterativa y muy wagneriana.

Wagner: ¿Precursor del Nacionalsocialismo?

"Wagner y el antisemitismo, Wagner y el nazismo, Wagner y Hitler" -apunta Ronald Taylor en su biografía del músico. Estas frases tienen un acento deprimente y conocido (...) por obra de escritores decididos a demostrar que Wagner fue una suerte de precursor del nacionalsocialismo. La medida en que un hombre puede ser responsable de la perversión y la deformación ulterior de su obra es una cuestión sutil que tiene que ser abordada con delicadeza y amplitud. Que hay un problema con Wagner está demostrado por el hecho de que, por perverso que hayan sido los medios empleados, el arte de Wagner pudo ser y fue corrompido para servir a un fin perverso y, en cambio, no hubo modo de proceder igualmente con la música de Bach, Mozart o Beethoven". (6)

Nosotros nos preguntamos ¿dónde está esa perversidad? La biografía de Taylor no tiene una respuesta ya que no es la producción musical la que afecta el destino del pueblo sino su obra teórica, en especial su ensayo someramente analizado. Su música fue utilizada en los campos de concentración y exterminio nazis, del mismo modo que los valses de Strauss, Lehar y las oberturas de V.Supe, así como cuartetos de Mozart y cancionales populares de moda (los testimonios publicados de cientos de sobrevivientes así lo señalan). ¿Por qué entonces, el odio a una música que no fue compuesta ni dirigida para la pesadilla del Holocausto?

La respuesta la encontramos fuera y dentro del contexto musical. ¿Cuántas lecturas pueden tener un encadenamiento de sonidos? Infinidad, pero cabe la aclaración que Wagner trabajó principalmente macro-producciones en que la música y la palabra están presentes y era él mismo el autor del libreto extraído de las grandes leyendas y épicas escandinavas y germánicas. La música, una prolongación del contenido del texto, expande su emoción.

"Wagner aparece como el primer gran artista del mundo de los sillones de felpa y de las locomotoras, de la iluminación de gas y de los periodistas profesionales"- cito esta vez a Joseph Rovan, de su ensayo El Burgués Wagner y el Pangermanismo.

Ningún gran músico, antes de él, se mostró a tal punto ansioso de justificar su obra en los planos, a veces superpuestos y a veces estilizados de la teología, de la filosofía, de la moral y de la política... Ninguno, tampoco, pretendió a tal punto convertir el arte y, a su arte, en el principio curativo de las enfermedades de la época y de la sociedad... Wagner es el primer músico y artista que reivindica una especie de dominación social y mundial, el primero en querer "curar" a la humanidad por la esencia de su arte o la del pueblo elegido portador de este arte: "Am Deutchen Wesen soll die Welt genesen" (el mundo sanará gracias a la esencia alemana). Para Wagner el "Deutschen Wesen (esencia alemana) sólo estaba verdaderamente encarnada y vivida por él, del mismo modo que cincuenta años más tarde la ideología SS debía recurrir a una germanidad imperfecta de hoy para construir la germanidad perfecta del mañana". (7)

Conclusión

Ni el holandés errante, ni Tristán, tampoco Sigfrido, Pársifal o Wothan son los culpables del genocidio que llevara al paroxismo del pangermanismo. La música de Wagner es importante, muy importante en el devenir de la historia del arte, el pensamiento y la música de nuestra civilización occidental. Si lo condenamos únicamente por interpretaciones posteriores estaremos perdiendo la justa dimensión de su legado, fundamental e imprescindible. Nos puede gustar o no, ya que los juicios de valor poco importan a la hora de explicar la obra (no la vida) del músico alemán; en cambio hay que reconocer seriamente el ensayo contra los judíos y después condenarlo, ya que aquí y no en su obra es donde encontraremos los caminos que llevarán a los terrores del Holocausto.

Nuestra actitud con la obra de Wagner requiere reflexión, análisis y acción ante su valor estético, musical e histórico. Su vida y su famoso ensayo bien pueden tener nuestro rechazo. Habrá que aprender a dividir en su justa proporción.

Bibliografía

Tomado de Tribuna Israelita

Notas

1. Taylor, Ronald. Wagner. Javier Vergara Editor, serie "La Música y los Músicos'', Argentina, 1987.

2. Untermeyer, Louis. Forjadores del Mundo Moderno.Tomo T, Colección "Biografías Gandesca", Editorial Grijalbo

3. Hadow William, Henry. Richard Wagner. Fondo de Cultura Económica, Breviario No. 54, México, 1978

4. Ibid

5. Taylor, Renald. Opus cit

6. Rovan, Joseph El Burgués Wagner y el Pangermanismo. Ensayo perteneciente a la recopilación titulada Richard Wagner. Cia. Fabril Editora, Colección "Genios y Realidades", Argentina, 1964

*Sergio Berlioz es musicólogo y compositor. Premio Nacional de Periodismo 1989. Maestro en la Universidad de las Américas, Universidad Iberoamericana y Universidad Autónoma de Puebla.